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El premio FAD de arquitectura recae en dos edificios de protección oficial

Arcadi Pla y Manuel de Solà-Morales comparten el galardón

Anatxu Zabalbeascoa

La vivienda digna que la vanguardia arquitectónica de principios de siglo reclamaba para todos ha sido la ganadora de uno de los últimos premios FAD del siglo. El edificio de viviendas de protección oficial que el arquitecto Arcadi Pla (Girona, 1945) levantó en el barrio de Sant Ponç, a las afueras de Girona, y el Barri de la Sang, que Manuel de Solà-Morales (Barcelona, 1939) construyó en el centro histórico de Alcoy, resultaron ganadores ex aequo de la 41ª edición del premio FAD de arquitectura, que ayer se falló en Barcelona.

Un jurado presidido por la arquitecta Beth Galí y compuesto, entre otros, por los proyectistas Enric Miralles, Dominique Perrault y Gabriel Ruiz Cabrero, eligió estos dos proyectos entre los 14 finalistas que optaban al galardón que concede la asociación Fomento de las Artes Decorativas (FAD), que se ha abierto por primera vez a toda la península Ibérica. Un nuevo reconocimiento, el Gran Premio del Jurado, creado en esta edición para destacar una obra de entre todas las disciplinas a concurso, recayó en el Pabellón del Conocimiento de los Mares, que el arquitecto portugués José Luis Carrilho da Graça levantara en Lisboa para la Expo 98. En el apartado de interiorismo, la joyería Oreja de Plata II, proyectada por Álvaro Soto y Javier Maroto en el madrileño barrio de Salamanca, venció entre los siete finalistas. El Parc de la Solidaritat, en Esplugues de Llobregat, de los arquitectos Sergi Godia y Xavier Casas, ganó el premio correspondiente a espacios exteriores, y el galardón para espacios efímeros fue concedido al proyecto La ciudad de las Palabras. Firmado por el colectivo Tierra de Nadie, compuesto por diversas intervenciones artísticas que ocuparon por completo el barrio barcelonés de El Raval a partir de una iniciativa del Ayuntamiento y del Macba de relacionar escritura y ciudad. "Se ha premiado el ingenio, el buen hacer y la responsabilidad de los arquitectos", declaró Beth Galí. "Los FAD de este año reconocen la voluntad de llevar la arquitectura de calidad hasta la vivienda social. Han ganado dos proyectos que, con presupuestos de alrededor de 40.000 pesetas el metro cuadrado, han sabido llevar la dignidad hasta la vivienda social, un tema tradicionalmente olvidado por el buen hacer arquitectónico". Más que una reivindicación, Galí aseguró que el premio quería erigirse en manifiesto para "introducir en el ámbito de la vivienda social modelos extranjeros como el holandés, en el que los edificios de protección oficial tienen gran dignidad arquitectónica".

Que el sobrio Pabellón del Conocimiento de los Mares haya sido galardonado con el Gran Premio del Jurado marca el cariz de la edición y el criterio sobrio y severo del jurado. Simple y elemental, el edificio es, en realidad, la antítesis de la arquitectura lúdica y espectacular asociable a una exposición universal. De hecho, el inmueble es uno de los pocos edificios que han pasado a formar parte de Lisboa desde que en septiembre cerró la Expo. Es también significativo que un equipo madrileño se haya hecho con el galardón que premia los trabajos de interiorismo en la primera ocasión en que todas las ciudades españolas se batían en un terreno cuya vanguardia ha estado tradicionalmente ligada a Cataluña. "El interiorismo es un tema veloz en el que no se puede ofrecer continuamente más de lo mismo y Cataluña anda algo ensimismada en su propia arquitectura", dijo Galí. "La joyería madrileña de Soto y Maroto nos pareció una apuesta nueva y fresca, una lección en cuanto al uso de nuevos materiales". La Oreja de Plata II es el segundo proyecto que los arquitectos realizan para el orfebre Chus Burés.

La exposición de los 30 proyectos finalistas podrá verse durante todo el mes de julio en el Convent dels Angels de Barcelona.

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