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Los políticos no ven que Internet crece sin control, según Cebrián

Propuesta de convenios internacionales para una mínima regulación

Carlos E. Cué

La clase política y la empresarial no quieren darse cuenta de que el mundo de la comunicación cambia a una velocidad de vértigo, por lo que son incapaces de plantear soluciones a las realidades que ya están significando esas innovaciones, sobre todo Internet. Éstas son algunas de las reflexiones que ayer hizo el académico y consejero delegado de PRISA, Juan Luis Cebrián, durante la conferencia inaugural del VII Curso de Periodismo Jurídico de la Universidad Autónoma de Madrid / EL PAÍS.

Cebrián concluye que la "sociedad digital" que se está creando, especialmente gracias a Internet, no supone sólo importantes modificaciones en el mundo de la comunicación, sino un auténtico "cambio de civilización". La expansión de Internet preocupa especialmente al académico, que le ha dedicado uno de sus libros: La Red. Y no sólo por el aspecto económico. El consejero delegado de PRISA participa de las teorías del profesor italiano Giovanni Sartori, quien, en su obra Homo Videns, critica la sociedad actual, que está dominada por el mundo de la imagen -que es el que transmite la información- y no por la letra escrita, como sucedía antes. Cebrián coincide con Sartori y concluye que al aprender a través de imágenes, y no de abstracciones, "disminuye la capacidad de pensar".

La dimensión económica del fenómeno de Internet también influye sobre las estructuras de poder y los mecanismos de control establecidos. Las grandes corporaciones, según Cebrián, tienen cada vez más influencia gracias a la red. El monopolio que ejerce la empresa Microsoft con su sistema operativo Windows le concede en determinadas ocasiones más poder del que pueda tener el presidente de Estados Unidos.

Cebrián dijo que la red está creciendo sin control; sólo se doblega a los deseos de sus usuarios. La pornografía, por ejemplo, se está convirtiendo en un óptimo sistema para implantar aceleradamente las nuevas tecnologías. En este punto aportó algunos datos para demostrarlo: así, el 68% del comercio electrónico es pornográfico.

De un país a otro

Pero, ¿cómo controlar la red? Su condición global convierte esta tarea en algo muy complicado, según el académico. Porque si un país atacara a los servidores que distribuyen pornografía infantil, bastaría con que se fueran a otro país con menos control y esas mismas imágenes se podrían seguir obteniendo en otra dirección de Internet. Por eso Cebrián cree que las clases dirigentes, que parecen estar pasando por alto este problema, deberían preocuparse para tratar de lograr una serie de convenios internacionales que regulen la red, aunque sea mínimamente. Lo que no se puede pedir es la autorregulación de la industria. Sobre todo porque las grandes compañías que operan en el sector no tienen legitimidad para decidir qué pueden o deben ver sus usuarios, añadió en su reflexión.

En el primer día del curso de periodismo jurídico participaron también Santiago Martínez Lage, secretario general de la Asociación Española para el Estudio del Derecho Europeo, y uno de los jueces de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón. El juez habló principalmente de los problemas con que se encuentran los magistrados españoles cuando piden comisiones rogatorias a países extranjeros. Además se mostró muy pesimista con respecto a las posibilidades de que se cree próximamente un Tribunal Penal Internacional.

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