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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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De copas con 50 intelectuales

Oríllese la irresoluble polémica sobre el concepto de intelectual. Acojámonos a su enunciado habitual, aunque no seamos capaces de definirlo. Lo que ahora importa es que el pasado miércoles, en la página 5 del cuadernillo de información de Madrid, se publicó a cuatro columnas este titular: "50 intelectuales y escritores salen en defensa de la ampliación del horario de los bares de copas".

Olvidemos también que la copulativa y sugiere que escritor e intelectual puedan ser especies distintas. La cosa es mucho más de andar por casa. Eso sí, en pijama y enfurecido.

Laura Iglesias San Martín se ha dirigido al Defensor visiblemente enojada porque "los escritores tienen más espacio que los vecinos para protestar en el periódico". Desahoga, por otra parte, su más que comprensible irritación con argumentos como éstos: ¿por qué el hecho de ser escritor legitima especialmente para firmar un manifiesto como ése?, ¿por qué vale más lo que firmen 50 escritores que lo que firmen 50 vecinos aturdidos?

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Naturalmente, el Defensor no tiene nada que responder a estas preguntas como no sea de manera indirecta y en relación con lo que publicó el periódico. La información se ofrecía con un diseño relativamente aparatoso: además de un texto amplio, cuatro fotografías de otros tantos firmantes del manifiesto -Antonio Gala, José Luis Sampedro, Ian Gibson y Soledad Puértolas- y un título destacado, debajo de cada fotografía, con una idea favorable a cualquier ausencia de trabas en los horarios de cierre de los bares de copas.

El comienzo de la información -lo que en la jerga profesional se conoce como entrada o entradilla, era éste: "Los bares de copas han conseguido un valioso refuerzo en sus filas a la hora de luchar por su reivindicación más polémica: la de ampliar el horario de cierre de sus locales. Un manifiesto de 50 intelectuales y escritores apoya desde ayer esta petición, siempre y cuando los locales estén debidamente insonorizados".

Total, que entre el gran titular, el despliegue fotográfico y el uso repetido de la palabra "manifiesto", de tanta raigambre en los pronunciamientos públicos de los intelectuales, el lector desavisado podría concluir que una cifra nada despreciable de "intelectuales y escritores" había decidido pronunciarse sobre un problema tan profundo como el horario de los bares nocturnos.

Profundo puede que no lo sea, pero extenso, a buen seguro que sí, porque atormenta a miles de ciudadanos en todo el territorio nacional. Tan extenso y tan agudo para quien lo sufre que faltaba por decir de manera clara, desde el principio de la información, que el singular manifiesto había sido promovido, precisamente, por la Asociación de Bares de Copas, que agrupa a 800 socios.

Jan Martínez Ahrens, jefe de la sección de Madrid, admite que "fue un error no haber especificado con claridad que el manifiesto había sido promovido por una de las partes interesadas en este espinoso conflicto" y que, aunque este extremo "estuviese implícito en el texto", debió haberse hecho explícito "en aras de una información completa".

Pareciera que los intelectuales han de sorprendernos con incitaciones que ayuden a cavilar con mejor tino a los de a pie. Ya es bastante que nos sorprendan pronunciándose casi en masa -¡cincuenta!- sobre horarios de copeo como para orillar el dato de que en esta ocasión quienes estimularon a los intelectuales fueron los propios dueños del negocio.

Laura Iglesias protesta también porque en la misma página apenas se dedicaba media columna a la postura de los vecinos. Martínez Ahrens ha explicado al Defensor, con abundante documentación, que en otras muchas ocasiones el periódico ha recogido con profusión y amplitud las críticas de vecinos afectados por el problema.

Lo que debió quedar claro es quién concitó al coro intelectual para entonar un canto a la libertad... de servir copas sin limitación de horario.

La amante de Hitler

En abril pasado, José Luis Barbería, corresponsal del periódico en París, escribió una crónica sobre la exposición al aire libre del escultor senegalés Ousmane Sow. Al final se contaba que el artista no trabajaba con modelos "de las tribus nómadas africanas en las que se inspira", sino que, "todo lo más, utiliza fotografías como las que Leni Riefenstahl, la amante de Hitler, hizo de los guerreros nubios del sur de Sudán". Alejandro Simón Tostes, que es un lector atento del periódico, desde varios puntos de Europa y en los últimos meses desde Copenhague, ha promovido casi una cruzada de cartas y protestas para exigir que el periódico rectifique lo que él considera una difamación para Riefenstahl, conocida por dirigir películas como El triunfo de la voluntad o Los dioses del estadio, esta última sobre los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936.

Barbería ha explicado al Defensor que las afirmaciones sobre la relación entre la artista y Hitler han sido ampliamente difundidas durante muchos años, y que él se hizo eco de ellas.

El Defensor ha consultado con expertos que confirman un amplio consenso entre los historiadores para admitir que uno de los tribunales desnazificadores tras la II Guerra Mundial, en concreto el de Friburgo, estableció en sentencia de 6 de julio de 1949 que "no hay ninguna prueba que justifique la teoría de que tuvo una relación amistosa o incluso íntima con Hitler" y que "no hay ni testigos ni pruebas de que existiese una relación especialmente estrecha" entre ambos.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o teléfonearle al número 91 337 78 36.

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