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Israel refuerza la frontera con Líbano ante posibles represalias por el bombardeo de Beirut

Israel se prepara para un ataque de la guerrilla islamista Hezbolá en represalia por la ofensiva aérea lanzada en las últimas horas contra Líbano, donde los aviones israelíes causaron 8 muertos y 64 heridos y destruyeron cinco puentes y dos centrales eléctricas de la capital. Mientras, el primer ministro electo israelí, Ehud Barak, que fue informado de la ofensiva cuando el jefe de Gobierno saliente Benjamín Netanyahu había ordenado ya a los aviones despegar hacia sus objetivos, guarda silencio con respecto a una operación que supone una zancadilla a sus intentos de paz.

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El gabinete de Seguridad de Benjamín Netanyahu no ha bajado la guardia y ha asegurado que está dispuesto a responder a cualquier ataque de represalia que pudieran llevar a cabo los guerrilleros de Hezbolá para vengar las operaciones militares de Israel de la noche del jueves y la madrugada del viernes. En las últimas horas, el Gobierno saliente ha ordenado reforzar las tropas israelíes acuarteladas en la franja del sur de Líbano -850 kilómetros cuadrados-, y ha enviado hacia el norte varios convoyes de tropas y blindados. Mientras continúa la tensión en la zona, se desata la polémica entre el primer ministro saliente, Benjamín Netanyahu, y el entrante, Ehud Barak, a quien el ataque, el peor y más devastador de los realizados por Israel contra Líbano en los últimos tres años, le cogió por sorpresa, cuando se encontraba reunido en el Parlamento negociando con diversos líderes de partidos políticos su inclusión en el futuro Gobierno de coalición, en el que, paradójicamente, se le ha ofrecido un lugar destacado al partido de derechas Likud, al que pertenece el propio Benjamín Netanyahu.

El jefe del Estado Mayor, el general Shaul Mofaz, fue el encargado de notificar a Barak la orden de ataque, y recibió a cambio una serie de criticas por parte del líder laborista, que veía así inesperadamente torpedeados los esfuerzos que en las horas precedentes había efectuado en favor de la paz, cuando a través de las páginas del periódico saudí Al Hayat, editado en Londres, había cruzado con el presidente sirio Hafez el Asad un compromiso para reabrir las negociaciones con Damasco interrumpidas en 1996, en las que se tratará de establecer un acuerdo que permita al Ejército de Israel retirarse al mismo tiempo de la franja que ocupa en el sur de Líbano y de los Altos del Golán.

"Hemos tomado la decisión no para poner al futuro Gobierno ante un compromiso, sino porque la situación de la frontera norte se había convertido en intolerable para nuestra población civil", aseguró ayer el ministro de Seguridad Interior saliente, Avigdor Kahalani, líder del partido Tercera Vía, una organización creada para defender los intereses de los colonos en los asentamientos de los Altos del Golán.

El ataque de Israel ha sido en parte, según los analistas, fruto de la presión de los militares, tras el asesinato, el 28 de febrero, del general Erez Gerstein, máximo responsable de las tropas israelíes en la franja ocupada, en un ataque planeado por los radicales shiíes. Los militares empezaron a tener la sensación de que estaban perdiendo la guerra en el sur de Líbano, donde desde hace cerca de veinte años mantienen una contienda cada vez más impopular en Israel.

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