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Entrevista:

"Tuve que escoger y, por suerte, no me he equivocado"

En 1990, Àlex Corretja (Barcelona, 1974) ganó el Orange Bowl, el torneo para juveniles más importante del mundo, y decidió que su carrera profesional iba a ser el tenis. Hasta entonces había intentado seguir estudiando, pese a los viajes constantes, los entrenamientos y los pesados libros del Instituto Nacional de Bachillerato a Distancia (INBAD), que leía por las noches en hoteles de dos estrellas. Llegó hasta primero de BUP. Después, su aprendizaje fue el tenis; su maduración, aprender a estar solo y lejos de casa; su logro, hablar cinco idiomas (castellano, catalán, inglés, francés e italiano). "No me arrepiento. Tuve que escoger entre una cosa y otra, porque no podía seguir y, por suerte, me está saliendo bien", dice Corretja. De todos modos, dice que nunca recomendaría a un chaval que empieza que deje los estudios: "No hay forma de saber antes si te va a ir bien con el tenis".

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Cerca del juego y lejos de las medallas

De haber tenido una vida un poco más normal, Corretja hubiera estudiado la carrera de Historia: "Es lo que más me apasionaba cuando estaba en el colegio, me podía pasar horas leyendo. Ahora, cada vez que puedo, aprovecho para aprender de las ciudades que visito: viajar es una de las mejores maneras de culturizarse".

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