La renta en España está 21 puntos por debajo de la media de los países de la UE
Desde su entrada en la Comunidad Económica Europea -hoy Unión Europea- en 1986, España ha avanzado 10 puntos en su bienestar respecto a la media europea. Según el Banco de España, la renta por habitante suponía en 1986 el 69% de la media de la CEE y en 1998 alcanzó el 79%; a 21 puntos de distancia. El Banco de España advierte de que "la distancia que separa la economía española de los niveles de bienestar de los países comunitarios más avanzados es todavía larga". Aun así, el Gobierno se ha propuesto alcanzar la convergencia con la UE en el 2002.
El atraso de España respecto de sus socios comunitarios persiste después de 13 años de pertenencia, primero a la CEE y después a la UE. Tras la incorporación al euro desde enero de 1999, las autoridades económicas españolas se han propuesto como principal objetivo alcanzar la convergencia real en el horizonte del 2002, después de haber conseguido la convergencia nominal. Se trata de conseguir un nivel de bienestar equiparable al del resto de países que forman la moneda única, después de haber cumplido los requisitos de inflación, déficit público y tipos de interés necesarios para integrarse en el euro. Éste es el principal objetivo del Plan de Estabilidad (1999-2002), aprobado por el Gobierno español este año, que prevé un crecimiento para España del 3,3% como media anual.
El esfuerzo de ajuste en las variables macroeconómicas no se ha traducido, hasta ahora, en unas condiciones de vida similares a las de los socios europeos. Según el informe anual de 1998 del Banco de España, publicado el pasado viernes, la renta por habitante en España se ha situado en el 79% sobre la media de la UE (valor 100). Hace 13 años, cuando se llevó a cabo la incorporación a la CEE, el nivel era del 69%, es decir, 10 puntos menos.
Este desfase obedecía al menor nivel de productividad aparente del trabajo -en el 95% sobre la media de la UE- y a la baja proporción de población empleada en España -el 73% sobre la tasa comunitaria-. En cuanto a la productividad del factor trabajo, las diferencias responden a un menor capital de empleo -en el 68% de la media-, tecnológico -en el 36%- y de infraestructuras -en el 37%-.
Este nivel de partida se ha corregido en 13 años. Así, la renta por habitante ha crecido en España un 39% desde 1986, mientras que en el conjunto de la UE el avance ha sido del 22%. La tasa de ocupación se ha acelerado un 19% en España frente a un 1% en la UE. Por contra, la productividad ha aumentado un 21% en la UE y en España un 17%.
El esfuerzo ha sido considerable en infraestructuras (un ciento por ciento en el caso de España, frente a un 15% para la media de la UE), también en capital tecnológico (un 57% y un 28%, respectivamente) y en capital físico (un 31% y un 21%) y humano (un 28% y un 18%). La tasa de actividad ha crecido en España en ese periodo un 3% y un 1% en la UE.
El Banco de España subraya que el avance en la creación de empleo desarrollado por la economía española en esos años, "aun siendo importante", no ha sido suficiente. En la actualidad, es ocho puntos superior a la media de la UE, según sus datos. Una de las causas es el aumento de la población activa en España, especialmente por la incorporación de la mujer al trabajo.
Menor productividad
Por ejemplo, las dotaciones para investigación y desarrollo (I+D) suponen en la actualidad en España el 0,8% del PIB, y en la media de la UE, el 1,8%. El crecimiento de la productividad ha sido inferior en España (el 17% frente al 21% de la UE). En el sector servicios ha sido prácticamente nulo, mientras que en las ramas manufactureras ha estado próximo al 30%. El resultado es que "a pesar del esfuerzo realizado, la diferencia que separa la economía española de los niveles de bienestar de los países comunitarios más avanzados es todavía larga". En la renta por habitante, España se situó en el 79% sobre la media de la UE en 1998, en productividad en el 91% y en tasa de ocupación en el 86%. Las dotaciones en infraestructuras suponen el 64%, el capital tecnológico el 45%, el humano el 65%, mientras que la tasa de actividad supone el 94%.
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