Regalo de orejas

La tarde iba de regalos. Se cortaron ocho orejas, que fueron excesivas. El Juli, en su primer toro, fue el único torero que hizo las cosas con fundamento, con empaque, con calidad, ligando los pases con adornos de varios tipos y estando torero en todo momento. Ahí sí valían las dos orejas ganadas. En ese su primer toro. Pero lo que no es concebible es que tanto Espartaco como Eugenio de Mora se llevaran dos orejas cada uno, cuando merecían, como mucho, una. Espartaco, a su primer toro, que metía la cabeza de forma extraordinaria por el pitón derecho, no pudo dominarlo por el otro pitón, porque estuvo muy desconfiado y no llegó a mandar en ningún momento. En su segundo toro, en el que le dieron las dos orejas, apeló al truco de los pases circulares. Además, en ese toro de las dos orejas, en el fondo estaba toreando a un inválido.

Eugenio de Mora, a pesar de estar toda la tarde con ganas, tampoco dio crédito suficiente como para que esas dos orejas se las llevara en buena ley al esportón. También estuvo en plan pegapasista. El pegapasismo es parte de la degradación de la fiesta.Es como querer huir de la escarcha y encontrarse con la nieve negra.

Sin duda, El Juli hizo las cosas con más fundamento en toda la tarde. En especial, como se ha dicho, en su primer toro. El otro toro tiró de arrimón y de efectismo. Estuvo embarullado en ese toro. Una broma poco graciosa el que sacaran a hombros al mayoral de la corrida. O quizá era para excederse en elogios hacia la propia tarde.