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La Curia polaca toma las riendas cuando el Papa está 'en casa'

La jerarquía vaticana quedó al margen en la crisis de Wojtyla en Cracovia

ENVIADA ESPECIALA las cinco de la mañana del martes 15 de junio, decenas de miles de peregrinos cruzaban cantando el puente sobre el Vístula camino de la explanada de Blonie, en Cracovia. Provistos de banderas vaticanas y polacas, se dirigían a buen paso bajo la lluvia hacia el lugar donde a las 9.30 estaba previsto que Karol Wojtyla, el Papa polaco, celebrara una misa multitudinaria. A esa misma hora, sin embargo, en el palacio arzobispal de Cracovia, Wojtyla era sometido a exhaustivos análisis clínicos, bajo la supervisión de su médico personal, Renato Buzzetti, y del cardiólogo polaco Marek Dabrowski, elegido expresamente para reforzar la asistencia a un hombre de salud difícil como es en estos momentos, a sus 79 años de edad, Juan Pablo II.

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El Papa presentaba un cuadro similar al que en otras ocasiones, en su residencia del Vaticano, le había obligado a guardar cama. Fuerte dolor de garganta, malestar general y una fiebre alta para un hombre de su edad. Los primeros en advertir el derrumbe físico del Pontífice habían sido su secretario personal, Stanislao Dziwiscz, y el jefe de ceremonias de la Santa Sede, Pietro Marini. Pero cualquiera que hubiera seguido a través de la televisión polaca la ceremonia religiosa de la tarde anterior, en Sosnowiec, podía atestiguar que algo andaba mal en la salud del Pontífice. Wojtyla se llevó en varias ocasiones las manos a la cabeza, con un gesto de evidente dolor, mientras escuchaba la intervención del obispo local, Adam Smigielski.

Lo más llamativo de esta primera "emergencia papal" fuera de Vaticano es que ha estado gestionada por la Curia polaca, por razones obvias de identidad sentimental y lingüística. El séquito Papal que le acompaña desde el Vaticano en todos los viajes al extranjero, unas 20 personas, ha quedado en esta ocasión bastante descolgado de los acontecimientos. La jerarquía vaticana, el cardenal Secretario de Estado Angelo Sodalo; Jan Schotte, secretario general del Sínodo de los Obispos, y Roger Etchegaray, presidente de la Comisión del Jubileo del 2000, además del segundo de Sodano, Giovanni Batista Re, se alojaba en el hotel Pod Roza, junto con los responsables de los medios de comunicación como Roberto Tucci, que se ocupa de la organización de los viajes, y del portavoz de prensa del Vaticano, Joaquín Navarro Valls. Ninguno de ellos ha tenido esta vez las riendas de la emergencia. Prueba de ello es que la noche del lunes, cuando el Papa apareció finalmente en la ventana del palacio arzobispal de Cracovia, sólo la jerarquía polaca estaba segura de que el Pontífice reanudaría los actos del día siguente.

El cardenal Schotte comentó a un periodista que el Papa no estaría presente, "casi seguro", en la canonización del miércoles en Stary Sacz. Sin embargo, el ex secretario de la Conferencia Episcopal Polaca, Tadeusz Pironik, y el obispo auxiliar de Cracovia, Nycz, acertaron al señalar el primero que el Papa había suspendido el viaje a Armenia, y el segundo que el miércoles estaría en Stary Sacz y el jueves en el santuario de Czestochowa.

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