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CLAUSURA DE "MADRID EN DANZA"

Reencuentro

La gala de clausura del 14º Festival Madrid en Danza tuvo su principal valor en el reencuentro con Ana Laguna, una bailarina que nos debe durar eternamente. Ella bailó un solo de Mats Ek, donde es abandonada y busca desesperadamente el espectro del amado en su sombra, en su olor, en su figura perdida. Laguna fue, sin duda, el más alto momento de generosidad y entrega de toda la velada, donde hubo de todo, desde buena danza a chapuzas impresentables. Digamos algo de algunos artistas: Lola Greco, en una difícil frontera entre la gestualidad y el manierismo; Chevy Muraday, un moderno, potente y arriesgado con un solvente trabajo de suelo; María Jiménez, elegante y entrando con mimo y sensual precisión en el estilo de Petit; Goyo Montero, apoyado en su brillantez y limpieza sobre una coreografía mediocre; Carlos López, demostrando su madurez; Óscar Torrado, noble a ratos, aguantando el tipo y el incomprensible lastre de su pareja, Laura Hormigón (que hace honor con sus pies a su apellido); Maximiliano Guerra -al que podremos ver de nuevo en Madrid junto al Universal Ballet en Los Veranos de la Villa-, en una espléndida demostración de solvencia interpretativa y estelar. Y volvamos al reencuentro con Ana Laguna: un verdadero lujo ha sido ver su capacidad de interpretación y la especial comunión con la lectura coreográfica que le ha propuesto Ek. La gala fue un poco larga, y el público se volcó en aplausos con todos los artistas, aunque, evidentemente, algunos lo merecieron más que otros.

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