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Campano enseña en Madrid la desnudez emocionada de su pintura

La exposición del Palacio de Velázquez muestra obras de los años 90

Cuadros gigantescos, muchos en blanco sobre negro, y otros, los más recientes, con colores: arpillera, encarnado... Es la obra de los años noventa de Miguel Ángel Campano (Madrid, 1948), uno de los grandes renovadores de la pintura española, que desde ayer expone en el Palacio de Velázquez. Son 70 obras, y hablan con contundencia de los nuevos ímpetus de este artista que huye del racionalismo para pintar "desde la emoción" y la hondura.

Campano llegó a las 13.15, casi una hora tarde a la inauguración. Según contó con naturalidad total, se había dormido. No resulta raro, sobre todo por el enorme trabajo que ha debido tener estos días de montaje. Campano vive en Mallorca, llegó a Madrid y decidió utilizar la luz y la arquitectura del "espacio privilegiado" que es el Palacio de Velázquez. Así, el lunes mismo terminó de montar la espectacular Elías, (d"aprè Daniel Buren), que ahora ocupan los dos enormes torreones del Palacio. Ayer, algunas de las 3.003 piezas pequeñas de pintura desnuda (la mayoría son un solo punto de color sobre un fondo de otro color) estaban todavía frescas. Esperándole estaban el director del Reina Sofía, José Guirao, y el comisario de la exposición, Santiago Olmo, que explicaron algunas claves de la obra de este pintor inclasificable: diálogo con (y revisión transgresora de) la pintura histórica, sobre todo Poussin y Cézanne; honestidad y emoción, tanto en la vida como en el arte; un vocabulario plástico de gran naturalidad y potencia, y una coherente reflexión sobre el tiempo y la pintura desde la atalaya del francotirador.

Elegante y simpático, plenamente recuperado de la grave enfermedad que tuvo hace unos años, Campano llegó, se hizo fotos junto al cuadro titulado Teye (un alegre homenaje a su amiga Teye Trueba), y, en unas cuantas frases sueltas, dejó claro que todo lo dicho era verdad. "Hablo de los muertos, de ahí el negro, pero hablo también de los vivos. Me guío por impulsos y por emociones. La angustia es constante, pero intento limitar todo lo posible mi aparición en los cuadros. Lo que hago ahora tiene cosas de lo que hacía hace 30 años. Trabajo un tercio de mi tiempo; el resto vivo y me divierto". La exposición puede verse hasta el 16 de septiembre.

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