La Feria del Libro termina con polémica por la lista de ventas
El director del evento teme que se convierta en "una carrera de galgos"
Los autores que no firman en la Feria del Libro de Madrid pasan al anonimato por unos días. Así lo demuestra la lista de los libros más vendidos, entre los que no figuran ni las grandes apuestas internacionales de los editores ni los patriarcas de los best sellers. Y aunque se ha vuelto a cuestionar la credibilidad de la lista, la duda apunta a los expositores, que son quienes suministran los datos.
"El que no firma, no vende, y no existe", podría ser el eslogan que han entronizado los 466 expositores y más de dos millones de personas que han visitado durante los últimos 16 días el paseo de Coches del Retiro. De esto pueden dar fe bestsellerianos como Ken Follett, o escritores considerados como una apuesta segura, como Isabel Allende, o con muchos simpatizantes, como Ray Loriga, que han perdido su prestigio de "tener tirón", a pesar de contar con obras recientes, porque no han ido a firmar a la feria. La prueba de esta indiferencia hacia determinados escritores es que la lista de títulos más vendidos coincide con quienes sí han estado en el Retiro. Y en largas jornadas, de mañana y tarde. La mitad de las obras más vendidas llevan la firma de sus autores. Antonio Gala, por ejemplo, que hoy recibirá el diploma del autor con más ventas por cuarto año consecutivo, había vendido hasta el 6 de junio 3.929 ejemplares de Las afueras de Dios, de los cuales puso su autógrafo en 2.186, según la información proporcionada por los responsables de las casetas a Random, la empresa contratada este año por la feria para elaborar las listas.
"Aunque la feria es comercial, me preocupa que se esté convirtiendo en una carrera de galgos", advirtió ayer Jesús García Bayón, director de la feria. Este comentario fue posteriór a la nota de la editorial Ediciones B en la que señalaba que las cifras de venta y firma de dos de sus autores (Alfonso Ussía y Francisco Ibáñez) divulgadas por Random no coincidían con las suyas.
"Los datos que nosotros divulgamos", respondió Fernando Canales, de Random, "son el resultado de la información que nos entregan las propias casetas diariamente".
¿Acaso mienten o se equivocan los expositores al llenar el cuestionario? Ni Ediciones B ni la feria acusan, pero Random dice tener las hojas contestadas por los 466 expositores. "Si un dato nuestro no corresponde con los de alguna editorial, a quienes habría que preguntar es a los responsables de las casetas. Nuestra función es recoger los datos que nos proporcionan", agrega Canales.
Es como tener el enemigo bajo el mismo techo. Esta polvareda en el último fin de semana de la feria recuerda la del año pasado, cuando un grupo de expositores, encabezados por Miguel Visor, de la librería Antonio Machado, cuestionó la lista entregada por los organizadores de la feria y presentó otra alternativa.
Aunque entonces se planteó acabar con las listas, se optó por contratar una empresa ajena al mundo editorial. Pese a ello, este año, la duda vuelve a surgir. "Lo cierto es que la divulgación de estas listas genera una publicidad gratis, que contribuye a aumentar las ventas", asegura uno de los expositores. Muchos están de acuerdo en que la presencia de un autor es rentable para su editorial, porque estimula las ventas. "Lo que está claro es que nosotros no podemos prohibir a las editoriales que lleven a sus autores a la feria", dice García.
Lo cierto es que quienes no han tomado asiento en alguno de los dos kilómetros de casetas de libros parecen condenados a pasar una temporada en el olvido. Y de ello no se salvan ni aquellos que, como Borges, han vuelto a ser reeditados y publicitados con motivo de su centenario.
Babelia
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