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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paz en ciernes

La ONU ha entrado finalmente en juego en la guerra contra Serbia. El Consejo de Seguridad debate el proyecto de resolución elaborado por el G-8 en Colonia para detener los bombardeos y garantizar el regreso a Kosovo de casi un millón de albaneses expulsados por las tropas de Milosevic. Establecidos ya los principios generales del plan que se transformará en resolución de Naciones Unidas -una vez pasado el filtro chino-, la diplomacia se concentra ahora en sincronizar como en una cadena de montaje cada uno de los elementos básicos del documento de 19 puntos pactado por Occidente y Rusia.Según la cronología acordada por los Ocho, el Consejo de Seguridad no aprobará formalmente la resolución hasta que la OTAN haya detenido sus bombardeos. Una condición impuesta por Moscú y Pekín para no ejercer su derecho a veto. Pero, a su vez, los ataques aéreos no cesarán antes de que la Alianza Atlántica verifique que han iniciado la retirada de Kosovo las tropas serbias, estimadas en más de 40.000 hombres. La firma de los pertinentes acuerdos técnicos entre militares de ambos bandos precederá al repliegue. Milosevic ha obtenido satisfacción a una de las demandas con la que ha intentado nublar su capitulación: que no entren tropas en la provincia serbia sin previa resolución de la ONU. Las restantes pretensiones que sus generales llevaron el domingo a la frontera con Macedonia, en un penúltimo intento de arrojar arena en los engranajes aliados, han sido desestimadas. A saber, la retirada serbia de Kosovo será total, incluyendo soldados, policías y paramilitares; no habrá pausa en los bombardeos antes de que se inicie el repliegue, y la zona de nadie entre Serbia y Kosovo será mayor que los cinco kilómetros propuestos por Belgrado. La ambigüedad preside todavía algunas cuestiones clave, como bajo qué mando van a operar los 10.000 soldados rusos que formarán parte de la fuerza internacional de paz, integrada por unos 50.000 hombres , en su mayoría procedentes de los países aliados.

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La ONU discute los términos para el inminente final de la guerra de Kosovo

El acuerdo que abre la vía hacia un final inmediato de la guerra refleja a grandes rasgos la completa derrota de Belgrado y la incapacidad del dictador serbio para llevar hasta el final su proyecto totalitario sobre Kosovo después de dos meses y medio de bombardeos devastadores. Pero son todavía formidables los obstáculos que se oponen a una pacificación real, que permita a cientos de miles de personas regresar en condiciones mínimas de seguridad al arrasado escenario de sus vidas. Comenzando por el hecho crucial de que el plan del G-8 y la OTAN no desaloja del poder a un personaje acusado de crímenes de guerra por un tribunal de la ONU, y que sigue siendo jefe de un Estado que al menos nominalmente mantiene la soberanía sobre Kosovo.

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La paz en ciernes abre una nueva y bienvenida etapa, pero es imposible pensar que habrá solución al largo conflicto de los Balcanes mientras Milosevic siga ostentando el poder en Belgrado. El penúltimo botón de muestra lo dio anoche al anunciar que pretende controlar en las fronteras a los refugiados que vuelvan a Kosovo al amparo de los aliados.

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