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Tribuna:LA CRÓNICA
Tribuna
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La memoria de Morella XAVIER MORET

Hace bastantes años, el profesor británico Alan Yates se dejó caer por Morella y se puso a hablar con un ciudadano sobre las virtudes de Sergio Beser, catedrático de Literatura Española de la Universidad Autónoma y morellano universal. "Ha escrito un libro excelente sobre Clarín", comentó el inglés. Y respondió el morellano: "No me extraña, siempre le gustaron mucho los toros". Beser es así, un personaje amplio al que le gustan los toros, la literatura, la gastronomía, el Barça, La Regenta de Clarín, Morella y la buena vida. Su amigo Manuel Vázquez Montalbán lo convirtió en personaje de novela y lo definió así en Los mares del sur: "Parecía un Mefistófeles pelirrojo con acento valenciano". Algo de muy literario debe de tener Beser cuando también Javier Cercas lo elevó a la categoría de personaje en El vientre de la ballena. Beser acaba de publicar un libro sobre su población natal -Morella, imagen y palabra (Lunwerg)- en el que ha reunido numerosas citas, desde el siglo XI hasta ahora mismo, con excelentes fotografías en blanco y negro de Julio Carbó. Mientras hojeo el libro, Beser suelta una primera perla sobre Morella, y recita de memoria el texto de unas rajoles dedicadas a un famoso milagro morellano. Dice así: "En esta casa, san Vicente Ferrer obró el prodigioso milagro de resucitar a un niño que su madre, enajenada, descuartizó y guisó en honor del santo". "Es lo menos que podía hacer, ¿no?", puntualiza con una sonrisa. Morella parece cobrar vida a medida que uno repasa el libro y escucha las palabras de Beser. Queda claro que Morella, en la comarca de Els Ports y en la provincia de Castellón, es un universo aparte, una ciudad que impresiona al visitante por su castillo escarpado y que marca a los que allí viven. Joan Perucho la vio como un castillo del Rey Arturo, Cela como "una ciudad soñada", y Baroja la situó en "una geografía dura". El Cid y las guerras carlistas le dieron fama y en 1951 escribió Sitwell: "Morella, de todas las ciudades del mundo, excepto tal vez de las del Tíbet, debe de ser la que más se asemeja a un aeroplano". Morella es todo esto y mucho más, tal como muestra Beser en su libro, que reúne citas de autores tan distintos como Pérez Galdós y Cela, Estellés, Thackeray y José Agustín Goytisolo. Aunque nacido en Morella en 1934, Beser llegó con su familia a Barcelona cuando tenía siete años. Su padre había estado en la cárcel por republicano y salió con la condición de que tenía que residir a más de cien kilómetros de su ciudad. "Nos instalamos en la calle del Léon esquina con la del Tigre, que ya tiene coña", recuerda Beser, "y desde los primeros días ya me di cuenta de lo que marca ser morellano. Y es que en Morella tenemos una calle a la que llamamos plaza y yo me hacía un lío y confundía la plaza de Catalunya con La Rambla". Cuando Beser estudió Filología Románica en la Universidad de Barcelona, La Regenta era un libro prohibido y poco valorado. Recuerda que pudo leerlo gracias a que su amigo Feliu Formosa lo sacó de la biblioteca del Ateneo Barcelonés. "Lo leí y me entusiasmó", comenta, "Clarín estaba considerado entonces como un autor sucio y malsonante que sólo merecía tres líneas en las historias de la literatura". Beser quedó marcado por este interés. "Ahora siempre me piden que vuelva a escribir sobre lo mismo", se lamenta con una sonrisa. Tras licenciarse en 1958, Beser estuvo predicando unos años en universidades inglesas y de Estados Unidos. La literatura española del XIX y La Regenta eran sus temas estrella. Desde hace años ejerce en la Autónoma, donde cuenta con un amplio número de alumnos fans. "Sólo un alumno me ha dejado sin palabras", recuerda. "Fue a principios de los setenta el ahora editor Jaume Vallcorba. Se vivían tiempos de contracultura y cuando anuncié que habría un examen, se levantó y me dijo: "Nunca me había imaginado esto de usted". No supe qué responder. Ahora, en cambio, anuncias que habrá un examen a lo largo del curso y te dicen: "¿Sólo uno?". Como muestra del espíritu barcelonista que se vive en Morella, recuerda Beser que cuando hace unos años se declaró un pavoroso incendio, una parte de la población se refugió en la iglesia de Ortells. "Estaban atemorizados, pero alguien dijo de pronto: "Nos la hemos olvidado. Hay que ir a por ella". Todos pensaron que si alguien se arriesgaba a salir de la iglesia en aquellas condiciones debía de ser por algo muy importante. El valiente olvidadizo salió, en efecto, y cuando regresó llevaba en sus manos una bufanda del Barça comprada en Wembley". Poca broma con el Barça. Cuando Beser habla de Morella, su original cocina ocupa también un lugar destacado. Recuerda los recetarios del pueblo, los rellenos, los flaons... y rescata en su memoria una curiosa receta popular destinada a aumentar la potencia sexual. "Consistía en frotarse el pene con ortigas, todo un precedente del Viagra", dice. Y suelta una carcajada mefistofélica, como un personaje literario.

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