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En el corazón del blues

Los clubes que programan música afoamericana en directo ganan terreno en la noche madrileña

Carlos Marcos

Demostrado: el público madrileño aficionado al blues es cervecero. Las birras se apilan en la barra de estos locales, en auge en Madrid. Los últimos tiempos han visto nacer dos nuevos clubes de blues que programan conciertos: Vapor Blues y Beethoven Blues Bar. Éstos se añaden a los dos templos negros ya clásicos en la ciudad: Down Town y Coquette Blues Bar. Además, varios garitos programan con cierta regularidad blues: Café Populart, Suristán, Honky Tonk y Clamores. En todos se concentra un público blanco con el corazón negro.De caso sociológico habría que calificar la afición de los españoles a una música tan apegada a las raíces de los afroamericanos. "Mi proceso fue el siguiente: escuché todos los estilos (pop, rock and roll, punk, funk...) y al final me quedé con el blues. Debe de ser porque el blues es el principio de toda música". Son palabras de Diego Gallardo, un extremeño de 45 años que convirtió una carpintería junto a la glorieta de Bilbao en un club de blues, Down Town. Este garito profesa el fundamentalismo. "Aquí no se pincha otra cosa que blues. Si algún cliente solicita otro tipo de música, no se le complace. Sólo blues", dice.

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Minúsculo y acogedor, de la pared de Down Town cuelgan retratos (algunos autografiados) de los grandes bluesman: Muddy Waters, Mississippi John Hurt, John Lee Hooker, B.B. King... Gallardo tiene una teoría sobre la afición del público bluesero a la cerveza: "Es gente de clase baja, currantes que optan por la bebida más barata. Para sentir bien el blues te tienen que ir mal las cosas". Down Town ofrece conciertos los lunes y los martes, pero sin programa fijo. Sólo se sabe la hora del comienzo (alrededor de las 23.00), pero se desconoce cómo se desarrollará el tinglado. "Se pasan por aquí músicos, montan los instrumentos y comienzan la juerga. Son jams que pueden durar cuatro horas. No tocan por dinero, tocan para los colegas. A veces, los tengo que echar porque dan las tantas de la madrugada y ahí siguen".

Vapor Blues, el último en llegar, tiene una programación más estable. Jueves, viernes y sábados comparecen bandas previamente anunciadas en dos sesiones: 23.30 y 0.30. "El 60% de la gente que viene lo hace expresamente para ver al grupo en directo. Los otros acuden porque saben que aquí siempre pueden disfrutar de buena música negra", comenta David Menor, un madrileño de 28 años que dice haber iniciado el negocio porque le parecía original: "No hay saturación de locales de blues".

El más grande de los cuatro es Beethoven Blues Bar, también de reciente creación. Es un local de conciertos con un escenario amplio y capacidad para unas 250 personas. No hay que perderse sus jams sessions. Se pueden encontrar grandes talentos siempre desconocidos. Estos saraos se montan así: hay un grupo base de músicos más o menos profesionales que ofrecen sus instrumentos a cualquiera del público que sea aficionado. El asunto es muy serio. La otra noche se subió un joven que asombró con su técnica guitarrística.

Pero buenos músicos madrileños de blues hay muchos, como el armonicista Ñaco Goñi, el guitarrista Tonky de la Peña y el grupo Red House, con el vocalista chicano Jeff Spinoza y el guitarrista Francisco Simón, al que se puede ver todos los domingos en Tele 5 acompañando al Reverendo en Caiga quien Caiga. El circuito se renueva. El último en llegar es un madrileño de 23 años que se hace llamar Edu Big Hand. Su voz transpira autenticidad. "Cierras los ojos y parece que está cantando un negro de Chicago", dicen los especialistas.

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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