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Reportaje:

La riqueza silenciosa

Nadie que viva en Álava, excepto los habitantes de su capital, puede ver Todo sobre mi madre, la última película de Pedro Almodóvar premiada en Cannes ni podrá vivir en agosto la locura de la nueva entrega de La guerra de las galaxias, al menos si no es previsor y lo decide a última hora. En Álava, sólo existe una sala de cine -en Llodio- que exhibe películas de cierta actualidad, con lo que la única posibilidad para quienes quieren elegir es viajar a Vitoria, capital, metrópoli, cabeza y ombligo de la provincia, o a Bilbao, que para los llodianos es más capital que Vitoria. Nada ni nadie ha conseguido evitar esta circunstancia, un defecto -o una virtud, según cómo se vea- heredado de tiempos inmemoriales. En la actualidad, 218.000 de los 290.000 alaveses residen en su capital. Olvidando el viejo debate sobre la macrocefalia, Álava es hoy un territorio industrial que abandonó el poco óxido de hierro que tenía y ha optado por la investigación y los trabajos de bata blanca. La provincia es rica, pero no ostentosa. Características ligadas, seguramente, a su vieja personalidad. "Hay una tendencia a pensar: "Somos ricos, entonces ¿para qué vamos a enseñar lo que tenemos?", señala el vicerrector del campus alavés, Antonio Rivera, uno de los analistas más perspicaces de la cotidianidad alavesa. Del seminario al PIB La transformación de la provincia se ha producido tardía y repentinamente. Hace 30 años vivía de la agricultura, producía curas y vocaciones militares. Ahora la balanza es más prosaica: por cada peseta que importa exporta 2,2 y su Producto Interior Bruto supera a la media de la Unión Europea en un 1%. Por cierto, el seminario ya no tiene inquilinos, y los objetores de conciencia forman legión. En el campo, los agricultores viajan en Audi 100 y en Vitoria el precio de los pisos sube y sube, favorecido por un proceso incuestionable de especulación. Los pagarés forales, aquel invento que sirvió para que el dinero alavés no se fuera al extranjero y que tenía garantía institucional de opacidad -la Hacienda no pidió nunca cuentas de esos miles de millones de pesetas-, partieron de la Diputación alavesa en el ejercicio 1991-95. Norte-sur Dentro de la prosperidad del territorio, se dan diferencias. Aunque el concepto norte-sur se mira aquí a la inversa. La zona septentrional, antaño única cabeza industrializada en la Álava rural, vive ahora las mismas secuelas que sus vecinos vizcaínos de la Margen Izquierda del Nervión. El valle de Ayala encabeza las cifras de paro en la provincia y es la única zona que pierde habitantes. En cambio, la vertiente meridional, La Rioja, encabeza una economía emergente fruto de la industria del vino. En sólo 15 años ha pasado de ser la última cuadrilla de Álava en renta per capita a ser la primera. "Ahora", analiza Félix Ormazabal, candidato nacionalista a la reelección como diputado general, "Álava es el territorio más industrializado en términos relativos de todo el Estado, bastante más que Guipúzcoa y muchísimo más que Vizcaya. En ese sentido, estamos en una situación de desequilibrio entre el sector secundario y el terciario, y que por eso la próxima legislatura será la del sector servicios: comercio, hostelería, turismo..." Realmente es así. La influencia de Mercedes y Michelin, empresas asentadas hace décadas en Vitoria, y otras más jóvenes como Gamesa (de industria aeronáutica) o Daewoo (en la producción de frigoríficos) mueven a la mitad de toda una provincia. En estos últimos cuatro años se han invertido en la industria de la provincia un total de 250.000 millones de pesetas. La ola inversora depende, evidentemente, del influjo de la economía europea e internacional. Sea gracias a quien sea, la Diputación destaca el tanto: "Álava ha crecido un tercio más que el conjunto de Euskadi, más que el doble que el Estado, tanto en términos económicos como en empleo". Para sustentar esta argumentación, aporta datos: "Se han creado unos 22.000 nuevos empleos. Hemos pasado del 22% al comienzo de la legislatura al 10% de estos momentos. En cuanto a renta per capita, hace cuatro años la media vasca con respecto a la UE rondaba el 85%. Ahora se encuentra en el 95%, mientras que Álava está en el 101%". En Álava hay muchos operarios, y relativamente pocos comerciantes. De hecho, sólo existe un centro comercial de grandes dimensiones en toda la provincia. Ése, no obstante, es otro debate: entre el gran híper alejado del casco urbano o centros de menor superficie, integrados en los barrios. Por ahora ganan los partidarios del primer modelo. La proporción industria-comercio está cambiando poco a poco. "Cada vez hay más gente que se levanta a las ocho de la mañana, en vez de las seis. Lo que ocurre es que seguimos pensando que somos una sociedad industrializada, y cada vez lo somos menos. Estamos dando el paso del sector secundario al terciario", advierte el vicerrector, quien cree que Álava aún mantiene una forma de ser "un tanto manchesteriana y calvinista".

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