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Catherine Zeta-Jones: "Hubiera trabajado gratis con Sean Connery"

La actriz presenta "La trampa", un filme de ladrones de guante blanco

Lista, simpática y guapa. Y no tiene novio. Se entiende por qué: la fama no le deja tiempo ni para un suspiro. Catherine Zeta-Jones apareció en Madrid con su halo de estrella y se puso el mono: trabajó de ocho a tres de la madrugada, dejó síntomas de ser una triunfadora nata y dijo haber aprendido mucho de Sean Connery. Con él ha hecho La trampa, que se estrena hoy en España. "Hubiera trabajado gratis con él", dijo la actriz de 30 años.

Voz dulce, ojos pardos de gata, piel blanquísima, más tablas que la Chelito y más baúles que la Piquer (por la mañana se cambió de atuendo cuatro veces), Catherine Zeta-Jones es una sex simbol sin apenas mácula que desmitifique su figura.Se nota a un kilómetro que la moza tiene talento promocionándose: domina la rueda de prensa (pidió fotos a los chicos para hacer un casting de novios), las poses, las entrevistas cara a cara... Tal vez es porque Zeta-Jones era ya todo un personaje en su país cuando dio el salto a Hollywood para rodar La máscara del Zorro bajo los auspicios de Spielberg y la compañía de Banderas. Antes, estuvo dos años haciendo un musical en Londres, y antes aún, mucho teatro en su Gales natal -"una pequeña factoría de grandes actores"- y una serie de televisión que la convirtió en famosa a los 19 años.

Todo ello le enseñó a lidiar con el éxito, y lo que le faltaba se lo ha enseñado el gran Sean Connery, su James Bond particular en esta película de acción, cosmopolita y llena de trampas y robos sofisticados, que transcurre al borde del nuevo milenio. "Pasamos juntos 14 horas al día durante cinco meses, casi siempre juntos incluso en el plató. Tomamos muchos vinos, me habló mucho de la industria y me enseñó que esto es un negocio. Aunque yo hubiera trabajado gratis con él".

¿Y qué más le enseñó? "Que cuanto más éxito tienes, más cosas te pasan y más cuidado tienes que tener con el ojo público. Lo que debes y no debes hacer. Las lecciones que él aprendió. Nos hicimos muy amigos. Y al final, le dije: "Eres muy generoso por enseñarme todo esto". Me contestó: "Bueno, Kate, a mí nadie me lo dijo, y me ha costado años inventármelo. Te lo digo para que tú no tardes tanto". Baile, gimnasio y teatro

Por lo demás, ella nació para esto. "Desde muy pequeña tuve claro que quería ser actriz, y nunca me flaqueó la vocación. Me dediqué a entrenarme como una atleta. Bailaba, ensayaba, hacía gimnasia y no tenía tiempo para salir de copas o tener novios. Tuve una infancia muy feliz, unos padres muy estables (por eso seguramente estoy soltera) y bastante ricos. Es decir, ninguna presión: sólo mucho apoyo moral y sentido de la responsabilidad".

Pero con 19 años su vida cambió. "Empecé a hacer todo eso que estaba previsto antes, aunque ya no era el momento... Y ahora disfruto como una loca de mi oficio". ¿También de la promoción? "Vivo de esto, sí, pero lo de viajar a siete ciudades en siete días... Nadie me dijo que, por ser actor, tendría que aguantar el jet lag como un piloto, contestar preguntas con la inteligencia de un escritor o hablar en público con el desparpajo de los políticos. Lo intento, pero procuro desconectar todo lo que puedo. Aunque no tengo vida privada. Todavía".

Dicen que es la primera chica que se ajusta como un guante a las películas de acción. Que ni siquiera necesita dobles para las tomas peligrosas. "Es importante para los actores poder moverse bien en un medio tan parado. El lenguaje del cuerpo es crucial en este oficio. Sharon Stone se convirtió en una estrella cruzando las piernas y sin decir nada... Bueno, no llevaba bragas, pero eso, ¿a quién le importa?".

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