EE UU sigue atacando a Irak mientras estudia suavizar el embargo
Mientras la opinión pública concentra sus desvelos en Yugoslavia, aviones estadounidenses y británicos siguen bombardeando Irak casi a diario, en una guerra que ha quedado olvidada. Sin embargo, 21 iraquíes resultaron muertos la semana pasada. Washington acusa a Sadam Husein de colocar sus radares y misiles de defensa antiaérea en zonas civiles. Aún así, ante los movimientos diplomáticos en la ONU para suavizar el embargo, la Casa Blanca estudia dar su visto bueno a las inversiones extranjeras en el sector petrolero iraquí.
Tal perspectiva, que se presenta por primera vez desde la guerra del Golfo (1991), hizo bajar el precio del barril el pasado viernes. El Departamento de Estado ha recomendado al presidente Bill Clinton que apoye una eventual propuesta para suavizar el embargo, pero que la condicione al regreso de los inspectores.Esta reevaluación se produce cuando en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU circulan dos propuestas para desbloquear la situación con Irak. Ésta se halla en punto muerto desde la salida de los inspectores de desarme el pasado diciembre, en vísperas de la Operación Zorro del Desierto. Británicos y holandeses han logrado el apoyo de EEUU para una resolución que permitiría la inversión de compañías petroleras extranjeras si Bagdad volviera a cooperar con los inspectores de desarme. Según este proyecto, tras 120 días de acceso sin limitaciones de los inspectores, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, enviaría a un grupo de expertos para determinar las necesidades humanitarias y para la mejora de las infraestructuras de extracción de crudo, con el fin de que pudiera incrementarse el programa humanitario Petróleo por Alimentos (PPA). Una vez más, no prevé el fin de las sanciones hasta que Irak no haya cumplido todas las exigencias de la ONU.
Y ése es justo el punto de división de los cinco miembros con derecho a veto en el Consejo de Seguridad (EEUU, Reino Unido, Francia, China y Rusia). Francia y China, que tienen perspectivas de conseguir lucrativos contratos una vez que se ponga fin al embargo, apoyan un plan alternativo de Rusia que propone que se levanten las sanciones a medida que se vayan cumpliendo objetivos.
El próximo lunes concluye la quinta fase del PPA. Este plan se puso en marcha en diciembre de 1996 para aliviar los efectos sobre la población del embargo internacional impuesto a Irak en 1990 por su invasión de Kuwait. Desde entonces se renueva cada seis meses de forma casi automática. La última revisión fijó el techo en 5.260 millones de dólares (unos 800.000 millones de pesetas), una cantidad a la que Irak ni siquiera se ha aproximado debido al deterioro de sus instalaciones petrolíferas y al bajo precio del crudo. A punto de concluir la quinta fase, Irak ha exportado petróleo por valor de 3.520 millones de dólares, 1.740 millones menos de lo autorizado por el programa. Eso significa que se ha quedado sin 270.000 millones de pesetas para comprar alimentos y medicinas, casi una tercera parte de lo previsto en el programa humanitario de la ONU.
"Le rogamos que anuncie con franqueza que el programa ha fracasado en su intento de aliviar la situación de los iraquíes", ha pedido a Annan el ministro iraquí de Asuntos Exteriores, Mohamed Said al Sahaf. Irak amenaza de nuevo con no renovar un sistema que considera una farsa.
De momento, los mercados internacionales de petróleo se preparan para una interrupción de las exportaciones iraquíes de entre dos días y dos semanas. Más allá del pequeño repunte de precios que puede traer consigo, el cese de la única entrada de divisas con que cuenta el país se traduciría en un empeoramiento de las condiciones de vida de los iraquíes de a pie. A modo de ejemplo, en la capital, los cortes eléctricos por falta de repuestos para los generadores han pasado de cuatro a diez horas diarias. A las puertas del verano, cuando las temperaturas alcanzan con facilidad los 45 grados, los iraquíes ni siquiera pueden contar con la brisa de un ventilador.
En esas circunstancias, el constante goteo de bombardeos en las zonas de exclusión aérea en el norte y el sur del país es casi una anécdota. Estados Unidos asegura que sus ataques responden a las provocaciones de las defensas antiaéreas iraquíes a sus patrullas en esas zonas. Pero las autoridades de Bagdad no reconocen ese derecho de patrullaje que las fuerzas aliadas se arrogaron para defender a las minorías kurda y shií tras las revueltas de 1991, y que hoy mantienen en vigor aviones estadounidenses y británicos.
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