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FERIA DE SAN ISIDRO

Contra viento y marea

Llovió fuerte y la corrida se dio, faltaría más. Se dio contra viento y marea; lo que equivale a decir contra toda lógica y con absoluta falta de respeto a los derechos del espectador. Los intereses taurinos estaban por encima de todo. Como siempre en esta fiesta espesa y chapucera.Salieron los espadas a comprobar el estado del redondel y se preveía un empeoramiento pues tras las nubes que soltaban agua venían otras negras como el carbón. No obstante por la megafonía anunciaron que se demoraba 15 minutos el comienzo de la corrida. Transcurridos los 15 minutos cayó un intenso chaparrón y, tal cual caía, sonó el clarín anunciador del comienzo del festejo.

¡Tararííí!

Y, tararí (que te ví) saltó el primer toro al barrizal. Y pues le faltaba trapío y de fuerza andaba ayuno, se devolvió a los corrales. El sobrero, de Charro de Llen, era un buen mozo, pero a quién podían importar el mozo y su lidia y sus derechazos con la que estaba cayendo. Se celebró la ceremonia de confirmación de alternativa sin faltar detalle: padrino José Luis Bote, ahijado Javier Conde, testigo Finito de Córdoba. Y de poco cogen una pulmonía los tres.

Sepúlveda / Bote, Finito, Conde

Toros de Sepúlveda (uno devuelto por inválido), grandes, con más de 600 kilos, poca casta; 5º manso declarado; 4º noble. 1º, sobrero de Charro de Llen, con trapío, manejable.José Luis Bote: estocada caída (ovación y salida al tercio); estocada y descabello (oreja). Finito de Córdoba: estocada tendida atravesada trasera (silencio); dos pinchazos, media atravesada trasera, vueltas de peones que ahondan el estoque hasta la empuñadura, y descabello (bronca). Javier Conde, que confirmó la alternativa: dos pinchazos bajos, media atravesada y descabello (silencio); metisaca pescuecero, estocada corta baja y cuatro descabellos (protestas). Plaza de Las Ventas, 17 de mayo. 9ª corrida de feria (8ª de abono). Lleno.

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A lo mejor la cogieron- quién sabe- pero a mal tiempo buena cara, y mientras el público se guarecía del chaparrón con paraguas, chubasqueros y cuanto tuviese a mano, Javier Conde se guarecía de las embestidas, no fueran a provocarle un sinsabor. No es que el fruto de Charro de Llen las sacara malas, mas francas tampoco parecían y Javier Conde prefirió esperar a tiempos mejores.

Llegaron los tiempos mejores. O sea que dejó de llover. Mas vino el viento trayendo un frío serrano que calaba los huesos, y tampoco era ese ambiente propicio para dejarse acariciar por las musas. De manera que Javier Conde, en su turno, que entró con la noche cerrada y la temperatura gélida, manteó al torito blando, le sobó desde lejos los morros con la muleta y le pegó un vil metisaca por la tabla del cuello que no le degolló de milagro.

Los toreros del corazón, cómo son.

La tarde traía toreros del corazón. El otro en cartel fue Finito de Córdoba, que lleva un año resucitando para esto del toreo y no acaba de bajar de la nube. No es que tuviese buenos toros para demostrarlo. Antes al contrario le salieron descastados y uno de ellos arrastrando la mansedumbre propia de los moruchos. Tampoco es que sea demasiado grave. Los toreros modernos lo que quieren es, precisamente, ganado descastado; nunca -ni locos- toros de casta brava, al estilo de los del día anterior. Lo que acaso le suceda a Finito de Córdoba, sin embargo, es que no está en lo que se debe estar. Y tiraba muletazos para fuera y ni siquiera recurría al toreo de dominio, y se le veía incómodo dentro del vestido de torear.

Ser toreros del corazón no da por sentado que les lata un corazón torero. Son cosas distintas. Se hizo presente José Luis Bote y el fuego y la grandeza de su corazón torero se advirtieron de inmediato. Se advirtieron en unas verónicas, en unos naturales y derechazos a su descastado primer toro, en la emotiva faena que le aplicó al cuarto, único de noble condición.

A ese cuarto toro le ligó Bote unos redondos que pusieron el toreo en la cumbre. Arte y torería se aunaron en aquellos redondos que llevaban el sello de marca de este diestro singular. Los dio junto a las rayas -donde el toro embistió estupendamente- y no se explica por qué, de repente, se lo llevó a los medios, pues allí planteaba problemas. Algún achuchón hubo de sortear entonces Bote; mas recuperaba en seguida su sitio, cuajó derechazos impecables, naturales extraordinarios y mató al toro por el hoyo de las agujas. Y obtuvo un bien ganado triunfo.

He aquí un torero de una pieza que está demostrando su categoría con creces. Contra viento y marea también.

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