Una central atómica natural
El larguísimo tiempo que han de mantenerse aislados los residuos de alta actividad y larga vida en un AGP es el principal motivo de incertidumbre sobre su viabilidad. Los científicos afinan sus predicciones al máximo, pero carecen de laboratorios donde ensayar a tan largo plazo. La naturaleza les ha echado una mano.Y es que la energía nuclear ya estaba inventada. La naturaleza ensayó las posibilidades de las reacciones atómicas de fisión nuclear en cadena al menos en un lugar, Oklo (Gabón, África). Allí, durante 2.000 millones de años se produjeron ocasionalmente este tipo de fenómenos. En su roca granítica hay concentraciones anormales de uranio en forma de pequeños glóbulos, en condiciones que indican que en el pasado se comportaron como reactores nucleares. En determinadas épocas lluviosas, el agua debió inundar la roca y actuó como elemento moderador, permitiendo que se produjeran de forma espontánea reacciones en cadena de fisión, que se paraban al evaporarse el agua debido a la propia energía desprendida, para reactivarse nuevamente en otras épocas lluviosas.
Estas reacciones, que, al parecer, no han vuelto a activarse desde hace mil millones de años, produjeron los mismos elementos transuránicos y productos de fisión que se generan en una central nuclear y han permanecido allí durante todo este tiempo, proporcionando la posibilidad de disponer de un laboratorio natural excepcional.En Oklo se realizan estudios para conocer el comportamiento de un residuo almacenado en una roca estable a largo plazo, semejante a lo que sería un AGP. En 1991, la Unión Europea lanzó un proyecto de investigación en la zona, incluido en su III Programa Marco de I+D. Enresa participa desde 1995 en este proyecto, que incluye el estudio de la distribución de productos de fisión, la determinación de la historia geológica del lugar, el transporte de radionucleidos, la hidrogeología local o los procesos geoquímicos, entre otras cosas. Además de Enresa, participan otros organismos españoles, como el Ciemat, el CSIC, la Universidad Politécnica de Cataluña y la Universidad de Oviedo.
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