La marcha atrás
El sector de bienes de equipo vasco lleva un año sin suerte. Su salvador llegó del frío, desde la nórdica Noruega, cargado de sueños y esperanzas. Y sin embargo, ha resultado un fiasco. El ex consejero de Industria, Javier Retegui, llegó a pensar en el conglomerado anglonoruego como el salvavidas de los sectores en crisis vascos. Entre sus empresas había fabricantes de bienes de equipos, constructoras, ingenierías, astilleros. Pero el pasado año, cuando la privatización de Babcock & Wilcox estaba cantada, se destapó una crisis interna de proporciones inimaginables. El sueño de que los grandes astilleros noruegos se hicieran con La Naval de Sestao no pasó la prueba de la realidad. Todo quedó congelado para pasar a continuación a la fase de los recortes. El Departamento de Industria y la Sociedad de Participaciones Industriales (Sepi) se quedaron literalmente compuestas y sin novio. La privatización de B & W aún colea y el plan para ligar el futuro de Mecánica de la Peña a la empresa pública sigue en el aire. Depende de la privatización. Lo único que queda en pie de este castillo de naipes son las últimas esperanzas. Kvaerner ya ha anunciado una desinversión internacional en los sectores en los que no es competitivo, entre ellos, los astilleros y los bienes de equipo. No son tiempos buenos para las inversiones y el otrora gigante prefiere, de momento, no pronunciarse sobre el futuro de su participación en Santa Ana de Bolueta y en el proyecto de Prerreducidos Vizcaya en el puerto de Bilbao. Pero, sin duda, el último fracaso, causado por la crisis interna de Kvaerner, es la suspensión de pagos de Mecánica de la Peña. Su futuro sigue pasando por las ayudas del Gobierno vasco y por la adjudicación a la empresa estadounidense McDermott de la privatización de B & W. McDermott cuenta con una opción de compra sobre el porcentaje de Kvaerner en Mecapeña, si se lleva la privatización. Pero una opción de compra no vincula. Hace años que Kvaerner cuenta con una opción por el 100% de Mecapeña.
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