Aromas con historia
Mujeres vascas con título de princesas que en la Edad Media viajaron hasta las ciudades andalusíes y concibieron hijos que después alcanzarían el califato. Parece un cuento de hadas pero, en opinión de la experta en Historia Medievalista y representante de la Fundación de Cultura Islámica, Margarita López, no es más que la realidad. Son "datos de una historia poco conocida por no ser la historia de los vencedores", explica. En un intento por dar a conocer este pasado, la citada fundación, en colaboración con La Caixa, decidió organizar la muestra itinerante Los aromas de Al-Andalus, una exposición que actualmente se presenta en Vitoria y que, a través del hilo conductor de las esencias y olores, pretende mostrar al gran público "cómo era la vida de los pueblos que en otros tiempos habitaron la península y cuyas costumbres difícilmente pueden encontrarse en los textos". De esta forma, los olores de las esencias y especias importadas desde todos los puntos del mundo por los árabes que poblaron Andalucía durante la Edad Media se han dado cita en el Palacio de Montehermoso, en su primera escala en el País Vasco tras haber recorrido otra veintena de ciudades en España. La exposición es un viaje imaginario a través de los enclaves más importantes de una ciudad andalusí. En ella pueden verse perfectas reproducciones, en cartón piedra, de un zoco, una mezquita, una casa y un jardín. Durante su paseo por los distintos bloques de la exposición, el visitante se ve invadido por los olores, perfumes y esencias que popularizó la cultura árabe durante su larga presencia en la península. Los aromas de Al-Andalus comienza con una serie de mapas, grabados e ilustraciones que muestran las rutas marítimas y terrestres del comercio de especias y esencias, desde lugares tan alejados como Java y Sumatra. Tras su llegada a la península, el incienso, la mirra, el cardamomo o el narciso eran transportados a los zocos para su venta al público. La exposición sigue el mismo hilo cronológico y presenta un mercado en miniatura en el que se mezclan los más dispares olores de frutas, perfumes y especias. Tras frecuentar el zoco, "tal y como hacían a primera hora de la mañana las gentes de Al-Andalus", el visitante puede adentrarse en la mezquita, "principal punto de reunión social, jurídica y religiosa caracterizado por aromas como la mirra, el sándalo o el agáloco indio", explica el representante de La Caixa, Luis Reverter. Gastronomía Un pequeño pasillo une este lugar con una reproducción de la casa andalusí, en la que una reducida cocina exhala olor a cordero cocinado con especias. La mezcla de olores es representativa de las prácticas culinarias de los hispanos musulmanes que "recogieron la herencia mediterránea oriental de sabores fuertes aportados por condimentos ya conocidos por Grecia y Roma y, al mismo tiempo, incorporaron otras de su propia agricultura, como el ajenjo, la mostaza o el comino". Este espacio se ve completado en el exterior con paneles explicativos sobre la gastronomía andalusí y los objetos que llenaban cualquier cocina. El último recinto cerrado representa el jardín, punto fundamental de encuentro de las familias, en el que impera el olor a azahar. Junto a "los olores ambientales, contextualizados en su atmósfera correspondiente", la exposición incluye una amplia selección de los olores y perfumes básicos que conformaban la cultura andalusí. Contenidos en pequeños recipientes, los aromas emergen al exterior cuando el visitante acciona un sencillo mecanismo instalado en las cubetas. Las esencias han sido procesadas químicamente a partir de productos naturales. A cada de una de ellas se ha añadido un disolvente que consigue hacer perdurar los olores en el tiempo sin desvirturarlos. El tratamiento de los perfumes logra además que no se mezclen entre ellos, a pesar de flotar en el mismo ambiente. Los aromas de Al-Andalus permanecerá en el Palacio de Montehermoso (Fray Zacarías Martínez, 2) hasta el 6 de junio.
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