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VIDA COTIDIANA

Semana nueva, trabajo nuevo

Más de 12 empleos distintos en menos de un año. Historia de dos mujeres en empresas de trabajo temporal

Francisco Peregil

Cuando Isabel Rodrigal, de 26 años, licenciada en ciencias política y sociología, y Beatriz Rojas, de 29, auxiliar administrativa, coincidieron el pasado mes en la sede madrileña del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos se miraron extrañadas. Llegaban recién contratadas como "grabadoras de datos"; es decir, para copiar listados de farmacia y meterlos en el ordenador a 700 pesetas la hora. A cada una le sonaba la cara de la otra. Pero ¿de qué?Ambas pertenecen a Alta Gestión, una de las 438 empresas de trabajo temporal (ETT) que contrataron el año pasado a medio millón de españoles; el 75% de ellos, menores de 29 años; ambas, Isabel y Beatriz, viven con sus padres y ambas han pasado por más de doce trabajos en un año. Algunos de estos contratos sólo duraron dos o tres días. Nada extraño si se tiene en cuenta que el 55% de los contratos firmados con las ETT en 1997 duraron un mes como máximo, y el 39% de ellos se alargaba entre uno y cinco días.

Isabel y Beatriz no saben gran cosa sobre cifras de empleo. Pero nada más verse intuyeron que ambas tenían una historia tal vez muy parecida a la de las 215.000 mujeres contratadas por ETT el año pasado.

Isabel Rodrigal hace tiempo que renunció a un empleo relacionado con la sociología. Ahora simplemente pretende trabajar. En los últimos 12 meses se dio cuenta de que, mucho más importante que la teoría que aprendió sobre liberalismo, marxismo o anarquismo, convenía saberlo todo sobre las tres palabras milagrosas en la lucha por un empleo: Word, Excel y Access. Tres programas informáticos indispensables para entrar en una empresa como auxiliar administrativa (un rango más bajo que el de secretaria, pero más alto que el de ayudante de oficina), aunque después el aparato más complejo que se maneje sea un teléfono o una caja registradora.

Gracias, entre otros factores, a sus conocimientos informáticos, Isabel ha ido engordando su currículo. Sin contar los nueve contratos como como auxiliar administrativa en la central de Alta Gestión, su ETT, el historial de Isabel es: un mes como ayudante de cajera en una tienda de Loewe; mes y medio como auxiliar en otra oficina de Loewe; un mes en una empresa que escaneaba documentos; dos días en un concesionario de coches; dos semanas en una empresa de plantas naturales; una semana en Ericsson, de telefonista y archivando facturas; tres días en una ETT, metiendo papeles en sobres; tres días en una correduría de seguros, enviando cartas a empresas.

La aventura de Beatriz, muy semejante: 15 días en un concesionario de motos; dos meses en un laboratorio de farmacia; tres días en una empresa de telefonía móvil; dos días en un concesionario de coches Opel; dos semanas en una correduría de seguros... Y casi nunca han llegado a cobrar más de 120.000 pesetas al mes. No saben con cuánto de su sueldo se queda la empresa de trabajo temporal. La Asociación Estatal de ETT, que aglutina a las mayores compañías del sector, prefiere no hablar en términos de "quedarse o no quedarse", sino hablar de márgenes. Y los márgenes, según un portavoz de la Asociación Estatal, varían entre un 8% y un 15%. Ése es el dinero que cobra la ETT a una compañía cuando le envía a Isabel Rodrigal o Beatriz Rojas. "Al empresario le resulta muy cómodo contratarnos a través de la ETT. Sólo tiene que descolgar el teléfono y pedir. Al día siguiente, o esa misma tarde, cuenta con un trabajador", señala Isabel.

A Beatriz Rojas le llamó su ETT a las nueve de la mañana. "Me dijeron que saliera enseguida a tal empresa, en tal calle. El contrato era sólo de dos días. Preguntaron si quería. Y dije que sí. Menos era nada".

"Si no aceptas un trabajo, no te llaman", dice su compañera Isabel. "En esta ETT estamos contentas. Nos tratan como personas, saben nuestros nombres. Pero en otras empresas de éstas éramos simplemente números. A mí me llamaron en una sólo para trabajos de ensobradora. Ellos les llaman manipuladora, pero en realidad consiste en meter papeles en unos sobres. En cuanto dije una vez que no podía ir, ya no me volvieron a llamar". Mientras tanto no dejan de enviar currículos y presentarse a oposiciones. Beatriz se ha presentado a tres, sin éxito. Y currículos han enviado cada una más de cien. "La mayoría de las empresas es que ni se molestan en contestar", se quejan al unísono. También han puesto anuncios en periódicos de demanda y ofertas como Segunda Mano. "Pero a mí", señala Isabel, "sólo me llamó un tío que decía que estaba haciendo una álbum de modelos desnudas".

"Y a mí me llamaron de una joyería. Y cuando fui allí resulta que no era como auxiliar administrativo, sino a vender por las casas", apostilla Beatriz.

Isabel reconoce que tal vez en junio llegue la hora de tirar la toalla. "Porque yo me voy a casar, mi novio tiene una cafetería, y la verdad es que el negocio funciona bastante bien, así que, si no consigo nada estable, me quedaré en casa". Beatriz, sin embargo, dice que seguirá todo el tiempo que pueda, que al fin y al cabo con esta ETT no le han faltado ningún mes unas horas de trabajo.

Así que nada más charlar al primer minuto de verse en el Consejo de Colegios de Farmacéuticos, donde ya llevan varias semanas, supieron por qué les sonaban sus caras. Habían coincidido, cómo no, dos semanas en una empresa. Una salía a las diez de la noche y la otra entraba a esa hora.

En vista de tanto camino recorrido por ambas, la pregunta era: ¿España va bien? "Estupendamente", contestó Isabel, "pero sólo para los de siempre".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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