La nueva Santa María
Su historia va unida a la de la capital castellonense. La actual concatedral, la Iglesia Mayor de Santa María, ha sido testigo de las vicisitudes de todo un pueblo. Sobre el solar en el que se asienta se han alzado tres templos distintos. Tras su demolición en la guerra civil, esta tarde, en el mismo lugar se consagra la nueva, 60 años después del inicio de la reconstrucción. Los autores y directores de la obra han sido siempre, durante estas seis décadas, arquitectos de una misma saga familiar. Vicente Traver redactó el proyecto, lo continuó su hijo y va a culminar esa ambiciosa misión el nieto, Juan Ignacio Traver. En las escuelas de arquitectura no se contempla como salida profesional levantar catedrales, pero a este castellonense le ha tocado supervisar el final de las obras "con el mismo sistema constructivo utilizado en la Edad Media para construir las bóvedas", aunque según Traver, con el empleo del hormigón. Ahora sólo restan algunos detalles: "La barandilla de bajada a la cripta y 18 de las 26 vidrieras que deben pasar por un complejo proceso de fabricación artesanal". El templo, la última catedral que se consagra este siglo, tiene sus orígenes en 1288. En aquellos años no era posible que un grupo de pobladores en un recinto amurallado no tuvieran su iglesia para reafirmar su identidad frente a núcleos próximos. Pero las calamidades empezaron pronto: en 1337 un incendio destruye la iglesia. El artífice del siniestro, mosén Francesc Olivares, fue obligado a sufragar la reconstrucción. La fatalidad en forma de terremoto también se ensañó años después con el edificio. A principios del siglo XV se inicia la construcción de la nueva catedral, concluida en 35 años. Según un documentado trabajo del historiador Vicente Monsonís, esa iglesia de Santa María, de estilo gótico meridional, constaba de una sola nave y diversas capillas. Las mejoras al gusto de la época fueron una constante: las líneas góticas dejaban paso a perfiles más acordes con el barroco imperante. En el siglo pasado se desvisten las paredes del yeso y se recupera la vistosidad de la piedra. Y en eso que llegan los años más convulsos de nuestra historia: la II República. En 1936, al estallar la guerra la iglesia -siempre adscrita al obispado de Tortosa- sufre un saqueo y un incendio intencionado. Poco después se estudió la posibilidad de convertirla en archivo provincial hasta que, finalmente, en noviembre de ese año el Consistorio en pleno acuerda su derribo por razones higiénicas y urbanísticas. La demolición conllevó las protestas de la Dirección General de Bellas Artes, que cinco años antes había declarado el conjunto Monumento Histórico Artístico. Sus portadas desmontadas todavía lucen en el edificio actual; los sillares y sus piedras fueron utilizados en la construcción de un matadero. En 1939, con el triunfo de las tropas del general Franco, se colocaba la primera piedra de la concatedral que hoy se consagra. De estos episodios trató el singular montaje Sedes Matris que anoche escenificó el grupo Xarxa Teatre en la plaza Mayor. Un espectáculo con mucha luz, fuegos de artificio, volteo de campanas y una innovación que consistió, según Nelo Vilanova, director de la compañía, "en difundir aromas marinos al público, incitando sus sentidos con ese característico olor". Distintas fases han ido completando el nuevo templo de la plaza Mayor. En 1960, con la adscripción de algunas parroquias castellonenses a la diócesis de Segorbe y la nueva denominación de esa sede episcopal se le da un fuerte empuje a las obras. En los noventa, con el lema Santa María, obra de todos, se logra coronar el cimborrio y finalizar el crucero y el ábside. El coste de las obras se desconoce, pero sólo las tres últimas fases encargadas a Juan Ignacio Traver han supuesto casi 1.000 millones de pesetas. A las seis de esta tarde, en una solemne ceremonia religiosa presidida por el legado pontificio, el cardenal Dario Castrillón, se consagrará esta iglesia concatedral de Santa María de la Asunción. Con ello se logra conjugar esa efemérides con la celebración del 75º aniversario de la coronación canónica de la patrona de Castellón, la Verge de Lledó.
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