Racing y Oviedo no saben ganar

Fieles a sí mismos, Racing y Oviedo firmaron el empate sin goles, un resultado lógico en dos equipos que no saben ganar: los cántabros hace dos meses que no vencen en El Sardinero, y los ovetenses llevan diez jornadas sin sumar los tres puntos. Ganar o no ganar, esta es la cuestión pendiente, largamente aplazada por ambos equipos.Benítez, entrenador cántabro, echó mano de la sana autocrítica para encontrar la solución del problema. Pero ni por esas. En el segundo tiempo, el entrenador paraguayo hizo los tres cambios reglamentarios. De una tacada, dio entrada en el equipo a Víctor, Amavisca y Salva. Su objetivo era claro: dar vida a las bandas, y abrir brecha en la muralla defensiva ovetense. Este triple cambio se quedó a la postre en un gesto audaz, el Racing dominó a su rival, pero apenas generó ocasiones de gol. No era el día del ingenio y de la inventiva, Munitis no brilló con el fulgor de otras tardes, en consecuencia el Racing sufrió en su carne el ostracismo del mejor delantero cántabro. Por su parte, Salva hizo dos remates a puerta con marchamo de gol, pero el meta ovetense Esteban le dio la réplica adecuada en ambos lances. A pesar de llevar el peso del partido, el Racing pudo hasta perder el encuentro si el meta noruego Grodas, debutante en El Sardinero, no despeja dos remates a bocajarro de Dely Valdés, el único argumento ofensivo de los visitantes.

Sin embargo, el Oviedo ni hizo méritos para doblegar al cuadro cántabro. Empezó tratando de tú a tú a su rival, pero a medida que avanzaba el partido se fue difuminando y terminó con una barricada en su área. Una defensa numantina en la que salieron a relucir los malos modos de Onopko, un jugador frío y cerebral que perdió los nervios y agredió a Salva. Así terminó el partido, en medio del nerviosismo de jugadores y técnicos. El mismo Fernando Vázquez, entrenador ovetense, vio una tarjeta amarilla por sus reiteradas protestas.

Tanto Oviedo como Racing jugaron atenazados por el miedo. Parece que les produce vértigo asomarse al abismo de la promoción, del que cada día se encuentran más próximos. A sus hombres les pesa demasiado esta responsabilidad, nadie se atreve a salirse del férreo guión diseñado por los entrenadores.

El resultado de esta situación anímica está a la vista de todos. Ni siquiera los jugadores dotados de mayor genio individual, caso Munitis, se libran del peso de la responsabilidad. Un voluntarismo ciego se convierte, en estas circunstancias, en el único arma posible para enderezar las cosas. Y cuando falla la voluntad y el entusiasmo sólo quedan algunas jugadas de estrategia a balón parado, con el fin de sorprender al contrario. En este último capítulo, Magallanes lo intentó todo, con varios lanzamientos de falta, que desafortunadamente para el Racing se malograron.