Tangana en Zorrilla

Un partido ramplón y sin historia entró por la puerta grande en la primera plana de la jornada merced a un parte de guerra tremendo: tres expulsados en el Villarreal, uno en el Valladolid y siete tarjetas amarillas. Medina Cantalejo sacó su fusil y nadie sobre el césped le ayudó a guardarlo. Hasta el momento de la tangana, los puñetazos y las faltas de extrema violencia, el Villarreal se había empeñado en buscar un empate a cero que le acercó a la derrota.El Villarreal apareció en Zorrilla con la intención de nadar y guardar la ropa, de cerrarse y renunciar a lo demás y el invento a Irulegui le salió bien durante un buen rato porque el Valladolid no se acercó a la portería de Palop hasta que hubo pasado media hora. Sin embargo, el Villarreal no ofrecía mucho más y pronto su fiabilidad comenzó a quedar en entredicho porque las necesidades del Valladolid no van más allá de tres o cuatro puntos que le garanticen la permanencia, y a siete partidos del final, el trabajo parece resuelto.

El choque parecía resuelto, sobre todo porque en esas situaciones el Valladolid es un equipo de probada solvencia. Pero la tensión se desparramó sobre el césped después de una fuerte entrada de García Calvo sobre Pascual. Estalló la guerra: insultos, empujones, puñetazos... y la intervención arbitral: Craioveanu, Albelda y Vizcaíno, a la ducha. El Villarreal se quedaba con nueve y el Valladolid con diez.

Pero ahí no acabó la cosa. Poco después, Tasevski seguía el camino de sus compañeros Craioveanu y Albelda. Con ocho jugadores, el Villarreal puso cara de jabato y se lanzó a por el empate y estuvo a punto de conseguirlo en más de una ocasión pero la suerte le volvió la cara y los delanteros de Irulegui se chocaron con el portero César, con Peña o con los palos. Porque entonces el que pareció mermado fue el Valladolid, perdió el sitio y no supo aprovecharse de un rival que si no expuso nada de valor futbolístico, si puso dignidad y valentía. Patadas, puñetazos y un puñado de expulsados.

Corría el minuto trece de la segunda mitad cuando Pascual se iba hacía la portería de César. García Calvo cortó la progresión con una dura falta y comenzó el espectáculo. Albelda agarró a García Calvo, intentó agredirle, Craioveanu se lanzó en su ayuda, y Vizcaíno llegó desde su campo y se puso a repartir puñetazos a diestro y siniestro. Robert, en su intento de separar a sus compañeros, se llevó un corte en la ceja.

El árbitro, Medina Cantalejo, apartó a tres jugadores lejos del ruido y les echó de una tacada. El Villarreal se quedó con nueve y poco después con ocho por la tercera expulsión, la de Tasevski.