Títulos extranjeros

Del artículo "España tarda nueve meses en homologar los títulos universitarios extranjeros", publicado el 16 de marzo, se extrae claramente la importancia que tiene la homologación de títulos obtenidos en el extranjero a los correspondientes españoles, así como el calvario que supone el trámite a través de las instituciones españolas. A muchos españoles con estudios superiores realizados en Alemania nos gustaría añadir al respecto lo siguiente. De muchos estudiantes españoles que han estudiado en este país, no conocemos a nadie que haya recibido la credencial acreditativa de la homologación en nueve meses; el tiempo mínimo de espera ha sido de 16 meses (para mi tesis doctoral); el máximo conocido, de 24 (para una licenciatura).

La desconsideración del MEC y del Consejo de Universidades hacia nuestras peticiones de información sobre el estado del trámite es indignante e inadmisible, tanto para nosotros como para la Embajada de España en Bonn y para el Asesor del Ciudadano de la UE en esta capital, entre otros.

Por si fuera poco el dinero que nos gastamos en traducciones y legalizaciones de documentos, en llamadas, cartas y faxes interesándonos por el paradero de nuestros documentos, cuando el título queda homologado, tenemos que recogerlo en Madrid. Si deseamos recibirlo a través del consulado en nuestra región, el envío por valija diplomática tarda de dos a tres meses.

Y, por último, es incomprensible que este trámite no se haya agilizado por lo menos para los títulos obtenidos en la Comunidad, dado que existe una directiva para el reconocimiento de títulos superiores (aprobada en 1988, publicada en el Boletín de la CE, L-19, del 24 de enero de 1989 y en vigor desde 1991), según la cual los países miembros de la Comunidad están obligados al reconocimiento de estos títulos.

Personalmente, creo que este tipo de demora se debe a que a la Administración y a las instituciones públicas españolas les cuesta aún mucho salir de la transición administrativa y comenzar a funcionar con eficiencia. Nos podríamos preguntar por qué cuando se comenzó a imitar políticamente a las democracias más avanzadas, hace ya unas dos décadas, no se imitó también la eficacia de las instituciones alemanas, suecas, francesas, etcétera, donde demoras de meses para un trámite burocrático privado de este tipo son prácticamente inexistentes.- . o, Alemania.