Palamós, en "alerta gamba"
"Palamós sin sus gambas no sería Palamós", proclama Amalia Guirado, una veterana pescadera del municipio que debe remontarse 12 años atrás para recordar un periodo de escasez similar. Durante el mes de marzo y primeros de abril, las barcas de pesca han visto como sus ancestrales caladeros les daban la espalda y sólo en contadas ocasiones han conseguido sacar de sus aguas unos quilitos del suculento crustáceo que se han pagado a precio de oro en la lonja. Estas capturas testimoniales, casi ridículas para un municipio que ha hecho de la gamba un elemento de atracción gastronómica, han obligado a postergar el inicio de El menú de la gamba, una de las campañas gastronómicas más importantes y valoradas de Cataluña, en la que cada primavera toman parte la mayoría de los restaurantes de Palamós y de la vecina población de Sant Antoni de Calonge. El Centro de Iniciativas Turísticas de Palamós asegura que no hay motivos de alarma y mantiene que se trata de una situación temporal, de la que puede encontrarse algún que otro parangón en los últimos 30 años. Además, buscando el lado bueno de la carencia, recuerdan que precisamente los años que empiezan con pocas capturas acaban en la abundancia. El patrón mayor de la cofradía de pescadores de Palamós, Jaume Figueres, reconoce que en plena temporada de gamba se obtienen 1.000 kilos de estos crustáceos de media diaria, mientras que recientemente han llegado a pasar tres semanas sin pescar ni un solo ejemplar. Figueres está convencido, sin embargo, de que las gambas volverán a asomar por el caladero denominado "de la gamba", un paraíso acuático profundo aunque próximo a la costa, situado ante el faro de Sant Sebastià. Figueres supone que las gambas están escondidas bajo el lodo de los fondos marinos y que quizá esta actitud no es ajena al incremento de las brótolas, un pez que nada a la misma profundidad y no tiene reparos en alimentarse del plancton marino entre el que nadan las indefensas crías de los crustáceos. Otros atribuyen la desaparición de las gambas a incontrolables fenómenos telúricos o lunares. Y también hay quien atribuye a los bichos un "carácter caprichoso" y afirma que sólo hay que esperar que se decidan a volver, en sus recorridos por los fondos marinos, a las aguas de siempre. Los expertos descartan que la carencia sea el resultado de la sobreexplotación y advierten de que las causas de la desaparición de la gamba, que afecta a otras zonas del litoral catalán, no son fácilmente explicables. Josep Antoni Cuadrat, propietario del selecto restaurante La Gamba, reconoce que la escasez perjudica enormemente a todos los restauradores y que intenta adquirirla a cualquier precio. "Además parece que la noticia de que no hay gamba hace que te la pidan más", advierte. Cuadrat admite que, muy a su pesar, en los últimos días ha tenido que recurrir a las gambas procedentes de Tarragona para confeccionar sus paellas. En los últimos días un kilo de gamba mediana ha llegado a las 14.000 pesetas en la lonja, precio que se incrementa considerablemente en la venta al público en las pescaderías. "Y siempre hay algún loco dispuesto a pagar", afirma la propietaria de la pescadería Amalia, quien declara que prefiere no vender gambas a importarlas de otras zonas. Mientras, la gamba de Almería ha duplicado su precio en Cataluña en las últimas fechas; pero, al igual que Amalia, los pescaderos, restauradores y responsables municipales de turismo de Palamós se mantienen fieles al crustáceo que ha dado fama al municipio. Gamba de Palamós es marca registrada y denominación comarcal de calidad. Nadie en el municipio se imagina ni por asomo ofrecer a sus clientes productos importados de otras zonas costeras. "Sabor y vistosidad insustituibles", aseguran. Para entretener la espera proponen una alternativa autóctona que pasa por las cigalas, los pulpitos y los chipirones.
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