Genéticas
Las necrológicas de hoy, gracias a la programación genética, podrán funcionar como los natalicios de mañana. Dentro de nada, cuando nazca Borges, por ejemplo, se podrán decir de él a priori las tonterías que por lo general decimos a posteriori: "Me encontraba en casa revisando la traducción de mi última novela al finlandés cuando sonó el teléfono y lo descolgué de manera inocente pensando que se trataría de mi editor norteamericano, de mi agente sueca o de mi representante japonés. Pero no, era un ginecólogo argentino, según el cual acababa de nacer Borges. Como un autómata, me acerqué a la ventana (es un hecho que todos los necrólogos se asoman a la ventana) y contemplé la calle, el tráfico, la gente. Acababa de nacer el autor de El Aleph y los semáforos seguían funcionando. Incluso mis obras, que con el tiempo tanto le deberían, seguían traduciéndose y reeditándose sin pausa, como si el mundo ignorara lo que acababa de suceder. Qué raro"."No recuerdo cómo se llamaba el ginecólogo, quizá Lautaro o Federico. Sólo sé que cuando colgué el auricular pensé que muchos años después yo mismo disfrutaría de la amistad de aquel ciego al que, paradójicamente, acababan de alumbrar. Ya recuerdo, aunque todavía no ha sucedido, el día en el que lo vi en un café de Ginebra y me acerqué a él presentándome como Rodríguez, el autor de la novela El que a buen árbol se arrima, a lo que el maestro respondió: "Buena sombra le cobija". Su cultura clásica era impresionante. Y ahora mismo acababa de nacer. Dios mío".
No sabemos si dará tanto prestigio ser el natólogo de Borges como ser su necrólogo. Lo único cierto es que podremos cobrar dos veces el mismo trabajo con arreglos mínimos. Ahora hay que averiguar si las ediciones críticas podrán sustituir también a las autopsias.
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