El discurso de anteayer
EL GOBIERNO español reapareció finalmente ayer para dar su respuesta a la catástrofe humanitaria de los Balcanes. Más vale tarde que nunca. Aunque han pasado ya 10 días desde que las televisiones empezaron a bombardear con las terribles imágenes de la masiva deportación de albaneses expulsados de Kosovo por las tropas de Milosevic. Nadie podrá criticar a Aznar de actuar con precipitación frente a la tragedia europea quizá más terrible en esta segunda mitad del siglo. El paréntesis vacacional de Semana Santa, al que se han acogido no pocos líderes europeos, ha resultado obsceno en medio de una guerra cuyo primer efecto colateral no previsto ha sido el destierro de cientos de miles de personas. Esto vale también para los dirigentes de la oposición, aunque es al Gobierno al que corresponde en primer lugar explicar a los ciudadanos qué es lo que va a hacer, de acuerdo con los demás países que integran la coalición contra Milosevic, para paliar la gravísima situación de 400.000 personas deportadas de Kosovo y apiñadas en auténticos estercoleros humanos en Macedonia y Albania.Aznar anunció ayer que España también está dispuesta a recibir en su territorio a un número indeterminado de refugiados -entre 7.000 y 10.000, según fuentes oficiales- mientras dure el conflicto y que ha ordenado el envío inmediato de un fondo de emergencia de 8.000 millones de pesetas, además del apoyo logístico del Ejército. En el Consejo extraordinario de la Unión Europea de esta semana, los aliados habrán de coordinarse para ayudar a los desplazados sin colaborar al mismo tiempo con los planes de depuración étnica de Milosevic.
Es positiva la llamada de Aznar a la cooperación de las comunidades autónomas, los ayuntamientos y las organizaciones sociales. Los ciudadanos deben tomar conciencia de que estamos ante un inmenso reto colectivo. Es una hora de extrema gravedad para el futuro de Europa, en la que es preciso actuar con la máxima urgencia. Por eso es tan irritante el largo silencio de los gobernantes. Hoy comparecerán ante el Parlamento los ministros de Exteriores y de Defensa para explicar -es de esperar que con más detalle y sin tantas tautologías- el papel de España en la operación militar y, sobre todo ahora, en la humanitaria.
Aznar agradeció el consenso de "casi" todas las fuerzas parlamentarias. Es de lamentar que Izquierda Unida se haya dedicado a utilizar a las víctimas de Milosevic para agitar sentimientos contra la OTAN. Pero es lógico en la carrera hacia la marginalidad a la que han conducido a esta fuerza política sus actuales dirigentes. Se impone actuar con rapidez y eficiencia para paliar el inmenso dolor causado por un régimen que ha reeditado los métodos más tenebrosos de este sangriento siglo que toca a su fin.
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