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Reportaje:

La Administración más cercana

Milagros Pérez Oliva

"Hacer de alcalde es hoy más difícil que nunca", afirma Manel Mas, presidente de la Federación de Municipios de Cataluña y alcalde de Mataró (Maresme). "En 1979, teníamos claro lo que debíamos hacer: asfaltar las calles, conseguir que las farolas alumbraran, dar servicios al ciudadano. Hoy todo es mucho más complejo; creo que ha llegado la hora de plantearse el poder local desde una perspectiva distinta". El balance de situación es positivo, pero los alcaldes observan el futuro con inquietud. El ámbito local se siente ahora sometido a unas tensiones de las que depende el futuro del territorio y que no son fáciles de controlar. Oriol Nel.lo, director del Instituto de Estudios Metropolitanos, tiene una explicación para esta inquietud. Nel.lo ha coordinado el estudio sobre los 20 años de ayuntamientos democráticos, que aparecerá en forma de libro este mes de abril; desde la perspectiva del trabajo multidisciplinar realizado, concluye que los municipios se ven inmersos en dos grandes tendencias: una de apertura hacia el exterior y otra de integración. Los procesos integradores han permitido, según Nel.lo, la desaparición de las grandes fracturas sociales de los años sesenta: las fracturas entre territorio rico y pobre, rural y urbano, dinámico y retrasado. Hoy, todo es urbano. El territorio ha sufrido un proceso homogeneizador y ahora constituye un sistema urbano integrado. Todos los municipios intentan basar en el dinamismo económico sus estrategias de futuro; a veces, eso incluye una peligrosa instrumentalización del suelo para atraer actividad de otras localidades. En el lado opuesto, la tendencia a la apertura es consecuencia de la creciente interdependencia municipal. "En uno de cada dos municipios, la mitad de la población ocupada trabaja fuera de la población", apunta Nel.lo. Eso comporta una gran movilidad. Las personas tienden a desplazarse sobre el territorio y, a veces, para satisfacer sus necesidades, tienen que pisar varios municipios: compran en uno, trabajan en otro, estudian en un tercero y van al cine en otro distinto. "Estas dos transformaciones comportan nuevos retos para los ayuntamientos, que no siempre están debidamente auxiliados por las otras administraciones", explica Oriol Nel.lo. "Se produce una paradoja: en este territorio, ahora más integrado, la mayor facilidad para desplazarse y para el intercambio hace que la localización, el lugar concreto, sea más importante que nunca. De modo que la ventaja de un municipio respecto a otro se ha hecho más importante que nunca, y eso ha desatado la competencia municipal". Los nuevos gestores que salgan de las próximas elecciones deberán afrontar retos complejos y, a veces, antagónicos, como la competitividad y la solidaridad, el dinamismo económico y el crecimiento sostenible y la integración social. Algunos municipios ya están claramente instalados en esta dinámica y, por eso, han encargado planes estratégicos destinados a buscar alguna especificidad con la que puedan destacar sobre los demás. El pánico por quedar descolgados de las grandes redes de comunicación no deja dormir a muchos alcaldes. De ahí conflictos como el que tiene paralizada la autovía Igualada-Tàrrega. El proyecto de TAV puede hacer obsoletos otros planteamientos ferroviarios; por otra parte, estar a pie de TAV se convierte en una gran ventaja relativa. Otro de los retos que señala Oriol Nel.lo es afrontar la diversidad. Algunos municipios tienen más población que la censada; otros tienen población censada que sólo son residentes de fin de semana por razones que no pueden controlar, como las fiscales. "Muchos municipios ya no se parecen en nada a lo que eran", apostilla Mas. Pero el gran reto por excelencia es ambiental. "La progresiva difusión de la población sobre el territorio", explica Nel.lo, "está comportando tensiones ambientales muy importantes. Hasta hace poco, sólo crecía la ciudad y lo hacía a expensas del mundo rural. Ahora, las grandes ciudades tienden a perder población en favor de los municipios más pequeños. El resultado es un gran consumo de suelo, que en algunos municipios se produce incluso a veces sin crecimiento de la población. Esta progresiva ocupación del suelo y de los espacios libres hipoteca el futuro". Oriol Nel.lo considera que estos años "ha faltado un planeamiento global, territorial, que acompañase y encauzase la eclosión de planes municipales. La ausencia de planes territoriales regionales ha impedido compactar el crecimiento". "La Generalitat tiene miedo de que los ayuntamientos quieran decir qué se ha de hacer en Cataluña", apostilla Manuel Mas. "Los nuevos retos exigen políticas diferentes. No se trata de pedir más dinero para las competencias que ya tenemos, sino más competencias -como la enseñanza primaria- con sus correspondientes recursos", afirma Mas.

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