La sal de la vida
Rodeada de sal por los cuatro costados, la localidad alavesa de Salinas de Añana debe a este producto algo más que su nombre. La certeza de ser la primera población de la provincia que obtuvo el fuero de villa, concedido por Alfonso VII en el año 1140 con el fin de incentivar a sus habitantes para que incrementasen la producción, y la actual catalogación de su conjunto de eras como Monumento Nacional dan a este pueblo una pátina de la que sus 200 habitantes se muestran orgullosos. Pero conscientes de que no pueden vivir de la gloria del pasado, y ante el progresivo deterioro de las 6.700 eras de sal que conforman su patrimonio, los pobladores de Salinas, y concretamente sus 84 propietarios, han decidido impulsar un proyecto de rehabilitación paisajística. Paralelamente, estudian una propuesta realizada por tres promotores relacionados con el sector para poner en marcha un plan de producción de sal y generación de electricidad como forma de rentabilizar parte de las parcelas. El alcalde de la localidad, Eduardo Loma, insiste en separar ambos proyectos. "Lo prioritario es frenar la degradación de los cuadros de sal y rehabilitarlos", asegura. Tras garantizar el mantenimiento de su patrimonio, Salinas de Añana iniciará una campaña de promoción para atraer el turismo. Tanto el Gobierno vasco como la Diputación alavesa se han comprometido a colaborar en el proceso. Rehabilitación de eras Los trabajos de rehabilitación, cuyo coste aún no está cifrado, se llevará a cabo en al menos mil cuadros, "aunque se podría llegar a 1.500". El estado ruinoso de las restantes eras impide cualquier actuación sobre ellas. Loma advierte de la urgencia del proyecto dado que, "a medida que pasa el tiempo, las eras irán deteriorándose más y muchas podrían perderse. Cada año que pasa hay que rebajar la superficie sobre la que poder actuar". A fin de incentivar el proceso, los dueños de salinas han constituido recientemente una sociedad anónima que bajo el nombre de Gatzagak ha asumido la tarea de devolver a Salinas su pasado esplendor. Al margen de las pretensiones de recuperación y de apertura turística del pueblo, tres empresarios promueven actualmente la creación de una sociedad que, tras la incorporación en el accionariado de los propietarios de las eras, rentabilice las salinas. Según la propuesta realizada recientemente a la junta de propietarios, la nueva entidad cogeneraría energía electrica y una producción anual de 17.000 toneladas de sal, cantidad similar a la que lograban en otros tiempos los propietarios de las salinas, 15.000 toneladas, pero muy superior a las 360 toneladas que actualmente recogen las cuatro familias que aún se dedican a la explotación de las salinas. A falta de varias reuniones para concretar el proyecto, lo que ocurrirá en abril, dos son las alternativas para la participación de los propietarios en la sociedad. O bien que el colectivo asuma el 25% del accionariado, valorándose en 10.000 pesetas cada era, o mediante el arriendo de las parcelas a 2.000 pesetas cada una. Según las previsiones iniciales, la producción de sal requeriría una inversión de 180 millones de pesetas. El alcalde Eduardo Loma recalca que, "en cualquier caso, el asunto no está cerrado. Estudiaremos todas las posibilidades antes de entrar en el proyecto". Por su parte, el promotor Ricardo Martínez de Cárcamo elude pronunciarse sobre el proyecto hasta "dentro de unas semanas, cuando hayamos firmado el acuerdo". El alcade señala, por otro lado, que la puesta en marcha de los planes de rehabilitación y producción de las salinas es perfectamente compatible, dado que afectan a distintas extensiones. La puesta en marcha de estas iniciativas, a las que la localidad "lleva dando vueltas desde 1987 pero que no hemos impulsado con fuerza hasta 1994", garantizará la pervivencia de un patrimonio cuya existencia se remonta "a tiempos de los romanos, hace dos mil años, aunque no está documentada hasta el siglo X", asegura Asier Pérez de Cárcamo, vecino de la localidad.
Piscina como el mar
Quince años después de que exigencias sanitarias obligasen al Ayuntamiento de Salinas de Añana a eliminar de su piscina pública el agua salada, la localidad ha decidido recuperar esta práctica tradicional, alabada por todos los que en su momento tuvieron ocasión de probarla. La corporación estudia la posibilidad de incluir en la piscina municipal un porcentaje de agua salada, que aún no está cuantificado pero que "no será tanto como para que la gente salga con restos de sal", según fuentes municipales. Para hacer realidad esta idea será necesario cambiar la actual depuradora. Precisamente, su incapacidad para procesar agua salada fue el motivo de que a mediados de los 80 la piscina se llenara de agua dulce. La distancia entre la fuente proveedora de agua salada y la piscina obligará además a realizar una serie de canalizaciones. La relativa complejidad de los trabajos, cuyo coste ascenderá a 6,8 millones de pesetas, impedirá que la iniciativa pueda ser puesta en marcha este año, tal y como deseaba el Ayuntamiento. Y siempre que pase el filtro del Departamento de Sanidad.
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