"El nacionalismo extremo es destructivo"

María Dolores Pérez se dice y se siente, por este orden, española y catalana. "Estoy orgullosa de haber nacido en Cataluña. Hablo en catalán, me gusta el catalán y me gusta la cultura catalana". Esta declaración de principios le sirve a esta mujer para despejar cualquier duda sobre su punto de partida a la hora de enjuiciar el fenómeno del nacionalismo. Por ello, tras este taxativo arranque de su argumentación añade, para dejar aún más clara su postura: "No soporto la intransigencia y las imposiciones de una nación cuando se cree el ombligo del mundo"."Estas ideas sobre el nacionalismo", señala Pérez, "ya las tenía antes de ir a Eslavonia Oriental. Si acaso, ahora, tras mi experiencia en casos reales y viendo situaciones sobre el terreno, tengo más base para opinar sobre qué es y cómo actúa el nacionalismo cuando se lleva al extremo: conduce al enfrentamiento, a la guerra y a la destrucción. Arrastrar odio y rencor es terriblemente destructivo". Añade que, cuando hace una semana escasa llegó de vuelta de su misión de seis meses, al ver el flagrante contraste que ofrece la sociedad española comparada con la croata, le dio la sensación de que regresaba de otro planeta. "Un planeta en el que todo está viejo, roto y oxidado". Opina que viniendo "de un sitio donde muy pocas cosas tienen futuro, no sabemos valorar lo que tenemos".