Celo
Con el celo de los convertidos, algunos ecologistas "tiran al niño con el agua sucia de la bañera". Justamente indignados por los abusos de bancos, grandes superficies, etcétera, que inundan e incluso atascan nuestros buzones con voluminosos folletos-propaganda de sus negocios, esos activistas, aún demasiado "verdes", pretenden -y a veces consiguen- prohibir toda propaganda en ellos (EL PAÍS, 16-3-1999, página 13).Por supuesto, hay que acabar con esos excesos, para lo que bastaría regular el tamaño máximo de los impresos que se buzonean; pero el prohibir toda propaganda por ese medio -además de coartar la libertad de expresión en muchos sentidos- favorece una vez más a las grandes empresas, que pueden hacer propaganda por otros medios más costosos; también incrementa el desempleo en nuestra zona, eliminando pequeños comercios y servicios que son los que proporcionan cómo vivir digna y útilmente a muchas personas. No basta tener buena intención: hay que reflexionar sobre las consecuencias últimas de nuestras iniciativas colectivas, que pueden llegar a ser, como en este caso, muy contraproducentes.-
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