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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La jaula de oro

EL AVIÓN militar chileno volverá vacío a Santiago y Pinochet permanecerá todavía una larga temporada en Londres si no hay algún imprevisto. Ésta es la consecuencia más inmediata de la sentencia de los jueces lores que niega al dictador chileno, por un contundente seis a uno, la inmunidad soberana que reclamaba. La segunda es que podría ser extraditado a España. El efecto de mayor calado, sin embargo, es un chorro de aire fresco en un languideciente derecho internacional que ha hecho del caso Pinochet la prueba de fuego sobre la inmunidad / impunidad de los gobernantes por las atrocidades cometidas en el ejercicio de su cargo. En Londres se abrió ayer la puerta a una justicia universal que deberá culminar en un Tribunal Penal internacional.Pinochet sigue preso y sujeto a un procedimiento de extradición. En su inapelable fallo, los jueces consideran que el dictador sólo podrá ser juzgado en España por delitos de torturas cometidos después del 29 de septiembre de 1988, cuando el Reino Unido incorporó a su sistema legal la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura. Esto le exime de responder por la mayoría de las violaciones de derechos humanos que le imputa el juez Garzón por hechos cometidos entre 1973 y 1990. Pero si acaba siendo juzgado por algunos delitos será difícil que la ominosa sombra de todos los demás deje de planear sobre el proceso.

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El fallo de los lores permite la extradición de Pinochet aunque rebaja los cargos

El proceso contra Pinochet, arrestado el 16 de octubre pasado en Londres, entra en una nueva fase cuya resolución puede llevar muchos meses. A partir del 6 de abril se iniciará el procedimiento de extradición, donde defensa y acusación volverán a exponer sus argumentos y tendrán la facultad de apelar la sentencia. Será finalmente el ministro del Interior británico el que tenga en su mano la decisión final sobre si el dictador chileno debe someterse o no a la justicia española. Sea cual fuere el desenlace, Pinochet ya ha sido moralmente juzgado y ya no podrá exhibir su arrogancia característica. Ni su lobby thatcherista ni la intercesión vaticana han podido evitar un fallo que da carpetazo a la impunidad de los déspotas. La resolución de los lores ha de servir para que Chile, al margen de las amenazas de su cúpula militar, piense en Pinochet como una tenebrosa página del pasado. Se ha comenzado a hacer justicia a los desaparecidos, torturados y a sus familiares. El regreso del dictador a Santiago, si se produce, ya nunca será triunfal.

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