Una operación en dos fases
Tras meses de soportar las críticas a su pasividad ante la tragedia de Kosovo, la Alianza Atlántica teme ahora la reacción de la opinión pública ante los "daños colaterales" -es decir, las víctimas inocentes- que pueden producir sus ataques. "Pero no hay mayor daño colateral que la destrucción sistemática que está aplicando Milosevic", alegan fuentes aliadas.La operación está diseñada en dos fases: en la primera, se intentará neutralizar la defensa aérea yugoslava, atacando sus misiles y artillería, radares o aeródromos. Para evitar riesgos a los pilotos, se emplearan misiles de crucero Tomahawk, lanzados desde buques y submarinos en el Adriático o desde bombarderos F-117 o B-52, fuera del alcance de las defensas serbias.
En la segunda fase, que puede prolongarse y subdividirse indefinidamente, intervendrán ya los cazas F-15, F-16, F-18, Tornado o Mirage 2000, que atacarán los centros de mando y comunicaciones, los depósitos y unidades del Ejército federal, acompañados siempre por aviones de guerra electrónica EA-6B, de mando y control E3-A y de reabastecimiento en vuelo KC-130, entre otros.
Si la primera fase de la operación tiene la mayor parte de sus objetivos en Serbia, la segunda debe centrase en Kosovo. Existe el riesgo de que las tropas yugoslavas vengen en la población kosovar su impotencia ante los bombardeos aliados.
La Alianza Atlántica no tiene previsto atacar un importante radar en Montenegro, para evitar que esta república de Yugoslavia, cuyas autoridades son muy críticas con el presidente Slobodan Milosevic, cierre filas en torno al Gobierno de Belgrado, salvo que se utilice contra los aviones de la OTAN.
Los ataques, que podrían comenzar esta misma noche, se realizarán mayoritariamente en horas nocturnas, lo que realza el papel de los aviones F-18 españoles, que disponen del sistema FLIR de detección infrarroja y designación de objetivos mediante láser.
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