Scorsese y De Niro arroparon a Elia Kazan
Unos se quedaron sentados en silencio y con gesto adusto, como los actores Nick Nolte, Ian McKellan, Ed Harris y el director español José Luis Garci. Otros se alzaron y ovacionaron con ostentación, como Warren Beaty y Meryl Streep. Algunos aplaudieron discretamente pero sin levantarse del asiento, como Steven Spielberg. Fue el momento más tenso de la noche, aunque los productores del espectáculo lo envolvieron de caramelo para evitar que se hiciera insoportable. Ocurrió cuando Elia Kazan, de 89 años y ya muy debilitado físicamente, recibió un Oscar extraordinario por el conjunto de su vida y de su obra.Arropado por las poderosas presidencias de Martin Scorsese y Robert de Niro, que lo calificaron de "maestro", Kazan aceptó el galardón sin hacer mención a la polémica que su nombre sigue suscitando, o haciendo quizá una alusión indirecta: el director de La ley del silencio dio gracias a la Academia de Hollywood por "su coraje y su generosidad". No hubo ocasión de que los periodistas presentes en el Dorothy Chandler pudieran saber más sobre sus sentimientos porque Kazan no compareció en la sala de prensa. Quedó claro, eso sí, que el octogenario cineasta no quiso aprovechar la velada para expresar remordimiento, solicitar perdón o proponer la reconciliación.
Manifestación
En el exterior del pabellón donde se celebró la gala, unas 200 personas se manifestaron contra el premio concedido a un gran cineasta que fue también un gran delator. "Kazan chivato", decían sus pancartas. Era la respuesta al llamamiento efectuado en las últimas semanas por el llamado Comité contra el Silencio. Ese grupo había realizado una activa campaña en Los Ángeles para protestar contra la concesión de un Oscar honorífico a un hombre que, en los años cincuenta, no sólo confesó haber sido comunista ante el siniestro comité del Congreso que dirigía la caza de brujas, sino que delató a ocho de sus ex camaradas.La leyenda de Hollywood afirma que Kazan actuó así para salvar su propia carrera cinematográfica y a instancias del productor Darryl Zanuck. Sea como sea, su Oscar ha dividido en las últimas semanas a la comunidad cinematográfica norteamericana. Unos, como Dustin Hoffman, lo han considerado inoportuno; otros, como Charlton Heston, lo han jaleado con fervor.
Kazan, que fue propuesto para ese galardón por su amigo y miembro del comité directivo de la Academia Karl Malden, también contó en las afueras del Dorothy Chandler con sus partidarios: un centenar de manifestantes que lucían carteles con leyendas como "Gracias Kazan por no callar" y "Los comunistas de Hollywood apoyaron a Stalin". La policía de Los Ángeles, con sus característicos uniformes negros y largas porras, se encargó de que tanto los defensores como los detractores de Kazan no ocuparan la calzada y obstaculizaran el tráfico.
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