El Extremadura rentabilizó el gol marcado por el argentino Duré

El Extremadura resiste la presión. Acostumbrado al sufrimiento, vive al borde del precipicio pero sin bajar la guardia ni enterrar el sueño de la permanencia. Ayer asestó un duro golpe a un rival directo, el Alavés. El conjunto de Mané ratificó la validez de las estadísticas: en seis ocasiones se ha enfrentado al Extremadura y siempre ha perdido. Esta última derrota suficientemente justificada por su tacañería ofensiva, fruto seguramente del estado depresivo que embarga al conjunto vitoriano. Y es que la angustia que sufren los dos equipos se hizo patente de salida. El Extremadura es un maestro de la precipitación. Pisó el acelerador, intimidó a su rival en un arranque de coraje y dispuso de varias ocasiones. Duré encontró en su banda un filón. Albistegui apareció como una hermana de la caridad. El resto de la zaga se encomendó al patadón como única arma fiable para sacar el balón. Nunca el Extremadura ha tenido tantas facilidades en la presente temporada para acceder al área rival.El Alavés se encogió con un centro de campo pusilánime, lento y confuso, incapaz de interpretar las ayudas a la defensa. Frente a un equipo desfigurado, los jugadores azulgrana recibieron otra vez su fragilidad ofensiva. Manel, Duré y Ouattara se plantaron ante Tito. Pero el gol parecía una meta inalcanzable.

El descanso aclaró momentáneamente las ideas del Alavés. Aproximó líneas, presionó y bajó el balón por la banda, sobre todo Belsué.

El Extremadura se abrió en su empuje y el partido también se abrió por momentos. Recobró su actitud el conjunto de Rafa Benítez y el argentino Duré golpeó. Habitual de las bandas, donde se mueve como pez en el agua, también como un extremo astuto se deja caer de vez en cuando por el punto de penalti. Allí estaba, recibió el balón y no perdonó ante el guardameta.