Una victoria prehistórica
El Athletic descarta la inspiración para doblegar a un débil Salamanca
Los entrenadores, que lo incluyen en el sueldo, tienen una definición para este tipo de duelos: los llaman "partidos trabajados". La grandeza del diccionario permite compadecer dialécticamente la miseria más absoluta del fútbol. Athletic y Salamanca convirtieron el trabajo (que también va en el sueldo) en la coartada perfecta para un delito futbolístico. La estadística real del encuentro resultaría desoladora para ambos equipos. La producción de pelotazos, cesiones al portero y pases fracasados, por ejemplo, resultó sólo proporcional a la ausencia de combinación, falta de tacto y templanza e incluso de rasgos individuales.Ambos fueron fieles a sí mismos. El Athletic a su falta de inspiración, a su vulgaridad manifiesta; el Salamanca, a su minimalismo y falta de argumentos. En tales condiciones, el partido se inscribió con facilidad en la versión prehistórica del fútbol. A cada cabezazo, pelotazo o error, respondía el rival: "y yo más". Y no había nada que hacer.
ATHLETIC 1 - SALAMANCA 0
Athletic: Imanol Etxeberria; Larrainzar, Roberto Ríos, Larrazabal, Felipe; Nagore, Alkiza (Yeste, m. 79); Joseba Etxeberria, Guerrero (Jorge Pérez, m. 79), Ezquerro; y Urzaiz (Carlos García, m. 85)Salamanca: Stelea; Nuno Luis, Pavlicic, Loren, Lanna; Marinescu (Lunari, m. 69), Tomás (Casartelli, m. 78), Giovanella, Vellisca; Zegarra (Rogerio, m. 69) y Cardetti. Gol: 1-0. M. 83. Roberto Ríos cabecea en el área, superando a su marcador, un centro de Yeste, que acababa de saltar al terreno de juego, en el saque de una falta. Árbitro: García Aranda,del colegio madrileño. Mostró tarjetas amarillas a Larrazabal, en el Athletic, y a Giovanella, Zegarra y Rogerio, en el Salamanca. Unos 35.000 espectadores en San Mamés.
El Athletic tenía sobre el campo, al menos seis jugadores incapaces de sacar el balón de su terreno, de esos que se lo quitan de en medio, no de los que lo dan.Otros, como Guerrero estaban sencillamente ausentes. El Salamanca no tenía nada más que honradez. Se trataba de saber quien le pegaba más fuerte al balón: si el guardameta Etxebarria o el defensa Lanna. Salió ganando el portero. Un par de acciones ofensivas rojiblancas, ninguna del Salamanca; una invocación permanente al penalti y cuando llega, Larrazabal lo manda al graderío en plena sintonía con el espíritu del partido. Con la presión como único argumento, -ofensivo en el Athletic, defensivo en el Salamanca-, llegó el gol de Roberto Ríos, un inhabitual en tales menesteres, en el único detalle técnico del partido. Yeste, un zurdo nato, puso por fín el balón en su sitio.
El Salamanca había manifestado durante todo el encuentro que su condición de equipo más goleado no se la ha regalado nadie: en un partido infame fue capaz de exhibir sus carencias. Al modo prehistórico ganó el Athletic y se lo apuntó en la clasificación como rendimientos del trabajo. Debería declarar por ello
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