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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Viaje a Italia

LA VISITA a Italia que el presidente de Irán acaba de concluir, rompiendo veinte años de aislamiento de la República islámica, pretende inaugurar una etapa que puede ser tan provechosa para Teherán como para Europa. El viaje de Mohamed Jatamí sucede tras la rotunda victoria de los reformistas que él abandera en las elecciones locales iraníes de febrero; pero también días después de que el grupo italiano Eni y el francés Elf firmaran un acuerdo de 1.000 millones de dólares para explotar uno de los yacimientos petrolíferos que Irán ofrece para obtener dinero urgente. Tiene, pues, mucho de ofensiva de encanto para atraer las inversiones que necesita una economía con 23.000 millones de dólares de deuda externa y en estado de coma por el desplome del precio del crudo.Jatamí, un moderado que además sonríe, es la esperanza de la mayoría de los iraníes -sobre todo de los jóvenes, dueños abrumadores del censo- para transformar en sociedad civil una teocracia nacida en 1979 y ahora controlada por su ala fundamentalista. Los puros, encabezados por el jefe supremo Alí Jamenei (sucesor de Jomeini), todavía manejan las palancas del poder: desde el Parlamento y los servicios secretos hasta el sistema judicial o el grueso de la economía, ésta a través de las fundaciones revolucionarias, en la práctica un pingüe monopolio de productos y servicios. Las elecciones legislativas del año próximo serán la prueba de fuego de este pulso.

Para deleite de sus interlocutores -tanto de los dirigentes italianos como del Papa, con el que sostuvo ayer un encuentro sin precedentes-, el líder iraní no ha hablado en Roma de exportar la revolución islámica, sino de cooperar contra las dictaduras y hacer un planeta más democrático. Jatamí, cuyo país sufre todavía las sanciones impuestas por EE UU en 1995, cree que "el mundo está harto de la perpetuación de la violencia y el terrorismo". Washington ha atenuado en los últimos tiempos su inquina, pero exige todavía a Teherán cambios decisivos; entre ellos, la renuncia expresa a dotarse de capacidad nuclear.

Además de para abrir el grifo del dinero, Jatamí ha acudido a Italia -el mes próximo irá a Francia- para obtener respaldo a su reformismo y buscar la aceptación de su país como una potencia regional de la que uno puede empezar a fiarse. El presidente iraní representa hoy una esperanza de moderación en una zona crucial. Y como tal, Europa le debe apoyar.

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