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Fabius sale absuelto en el juicio de la sangre con sida entre las protestas de las víctimas

El tribunal francés condena al ex ministro de Sanidad, pero le libera de ir a la cárcel

El histórico proceso de la sangre contaminada de sida en Francia acabó ayer con la absolución del ex primer ministro socialista francés Laurent Fabius y su ministra de Solidaridad y Asuntos Sociales, Georgina Dufaux, y la condena por un homicidio involuntario y un atentado involuntario contra la integridad física del ex ministro de Sanidad Edmond Hervé. En una sentencia tan polémica como el propio Tribunal Supremo de Justicia, formado excepcionalmente por 12 parlamentarios y tres jueces, Hervé es "liberado de la pena" porque no se ha beneficiado de la presunción de inocencia.

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"Dadle la legión de honor", ironizó uno de los familiares de las víctimas al conocer la decisión del tribunal sobre Fabius. "Esta es una absolución en el deshonor, porque este proceso ha estado amañado, bajo influencia y desacreditado", declaró un representante de la Asociación Francesa de Receptores de Transfusiones de Sangre.La sentencia cierra los cinco años del primer proceso celebrado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial contra ministros franceses en el ejercicio de sus funciones, por unos hechos que se remontan a 1984, cuando ocupaba la presidencia el socialista François Mitterrand.

En total, unas 4.400 personas resultaron contagiadas en Francia por la sangre contaminada, entre ellas 1.300 hemofílicos. Sin embargo, sólo siete afectados o familiares de las víctimas de este fallo sanitario pudieron personarse en la causa. La condena a Hervé es por "atentado involuntario contra la integridad física de Sylvie Rouy", que resultó infectada por una transfusión después de un parto, y por "homicidio involuntario de Sarah Malick", un bebé que falleció con dos años por una transfusión realizada a su madre antes del parto.

Pero el tribunal, que ha recibido duras acusaciones de partidismo e incompetencia, se ha empeñado en rizar el rizo de su excepcionalidad jurídica y ha liberado de pena al ex ministro culpable por una razón que puede sentar jurisprudencia: porque el acusado "no ha podido beneficiarse totalmente de la presunción de inocencia y se ha visto sometido antes del juicio a apreciaciones excesivas". Esas "apreciaciones excesivas" son un eufemismo para referirse a la presión de la opinión pública y de la prensa, que, desde 1992, momento en que estalló el escándalo, ha creído que los acusados habían cometido errores y eran responsables de un buen número de contagios y muertes.

El tribunal tiene en cuenta que "han transcurrido quince años desde los hechos" y, sin duda, aunque no lo diga, que los tres ministros, en tanto que altos personajes políticos, sólo podían ser juzgados por una jurisdicción especial y no tenían derecho a expresarse y a defenderse, hasta que estuviesen ante los jueces. De ahí que ahora convierta a Hervé en culpable pero no condenable, un paso más después de que en 1991 se considerase a Georgina Dufoix "responsable pero no culpable".

El ex primer ministro no sólo sale del juicio libre de toda culpa, sino que los jueces han considerado que "la acción de Laurent Fabius, visto el nivel de conocimiento de la época, ha contribuido a acelerar el proceso de toma de decisiones".

Para Fabius se trataba de recuperar con honor el puesto de presidente de la Asamblea Nacional, y ahora podrá hacerlo. A Georgina Dufoix, a la que se le reprochaba haber tardado en asumir que los gastos que iba a comportar el hacer obligatorios nuevos análisis para detectar el sida corrían a cargo de la Seguridad Social, se le ha reconocido que no "provocó retraso alguno" y también se la exculpado de la hipotética tardanza en la legalización de las pruebas de identificación del virus en la sangre.

Hervé ha sido condenado por el voto de 8 jueces contra otros 7 que querían exculparle. El tribunal incluía 3 magistrados profesionales, 5 diputados y senadores socialistas y 7 diputados y senadores gaullistas, centristas o liberales.

La sentencia permite también que las víctimas, que no tuvieron derecho a constituirse en acusación particular, puedan perseguir civilmente al único culpable reconocido y reclamar de él una indemnización.

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