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Bonino recoge firmas en apoyo de su candidatura a la presidencia italiana

Al presidente de la República italiana no lo eligen los ciudadanos de a pie, sino el Parlamento y una representación de las autoridades regionales. Pese a ello, la comisaria europea Emma Bonino, que el pasado sábado aceptó presentar su candidatura al cargo supremo del Estado italiano al concluir en abril el mandato de Oscar Luigi Scalfaro, ha iniciado ya una campaña electoral de estilo americano, para la que cuenta con el apoyo de muchos nombres populares y el patrocinio de diversas empresas.Grupos de voluntarios y simpatizantes radicales -el partido fundado por Marco Panella en el que milita Bonino- recogen desde el lunes firmas en apoyo de "Bonino for president", como reza literalmente la publicidad insertada en los grandes periódicos nacionales del país. Bajo el lema "Finalmente, el hombre adecuado", se reclama el voto, en este caso simbólico, de los italianos para que, por primera vez en la historia de la República, sea una mujer la que se instale en el palacio del Quirinal.

Cantantes como Caterina Caselli, Franco Battiato, Iva Zanicchi, actrices como Claudia Cardinale, modistas como Laura Biagiotti, periodistas como el veterano Indro Montanelli, forman parte del pelotón de famosos que arrastra la candidatura de Emma Bonino. Junto a ellos, firmas como Nokia, Kraft y los tés Twinings se han decidido a patrocinar también a la comisaria europea, según relataba ayer el diario romano La Repubblica.

Bonino, de 50 años -edad mínima exigida a los candidatos a ocupar el cargo más relevante del Estado-, goza de enorme popularidad en Italia y en toda Europa, pero no es éste un requisito necesario, ni siquiera deseable para el aspirante a la presidencia de la República italiana. La elección del presidente, un cargo con notables poderes que se elige cada siete años en Italia, suele ser fruto de conciliábulos de pasillo y estrategias de delicada ingeniería política entre izquierda, derecha, centro, laicos y católicos. Es decir, requiere un amplio consenso parlamentario, cosa que, en principio, no posee Emma Bonino. Para empezar, los católicos no ven con buenos ojos a una mujer que ha defendido a sangre y fuego el derecho al aborto y se ha mostrado siempre partidaria de la despenalización de las drogas blandas. La izquierda radical no acaba de ver un perfil político claro en la comisaria, y, sobre todo, es difícil romper la dinámica del poder masculino que domina la escena política italiana.

El cargo de presidente de la República ha recaído siempre en políticos maduros, con un sólido anclaje de partido, algo con lo que no cuenta la comisaria europea.

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