Guerra abierta entre el PP gallego y el alcalde popular de Vigo
El alcalde popular de Vigo, Manuel Pérez, es silenciado en la televisión autonómica, que controla su partido, y no le importa coincidir con los socialistas en que la ciudad está siendo castigada por un problema interno del PP. La consejería de Política Territorial de la Xunta, cuyo titular es el número dos del PP gallego, Xosé Cuiña, paraliza el plan de urbanismo de Pérez y le amenaza con los tribunales. Si Vigo constituye, como dijo el secretario general del PP, Javier Arenas, una de las "prioridades" para las elecciones municipales del 13 de junio, el enfrentamiento entre un alcalde que bate marcas de impopularidad y la dirección de su partido ha derivado en guerra abierta. En la primera ciudad gallega (275.000 habitantes) y en Año Santo, el PP ha logrado el milagro de hacerse oposición a sí mismo.Hasta un accidente es motivo de discordia. Cuando la pasada semana una mujer murió al desplomarse una casa, al alcalde no se le requirió una palabra en la televisión autonómica y los consejeros de Justicia y Sanidad acapararon toda la atención. La situación era tan enojosa que el portavoz socialista, Carlos Príncipe, clamó contra la "afrenta a la ciudad".
Joya de la corona
Derrumbes e inundaciones han perseguido al alcalde desde que hace cuatro años el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, lo apadrinó como el hombre que convertiría Vigo en "la joya de la corona". Ahora el patrón le desautoriza. Y el alcalde no tiene empacho en asegurar que la Xunta trata de forzarle a firmar un convenio "ilegal" sobre abastecimiento de aguas.Hace días, en un pleno en que la mayoría de los concejales del PP le abandonó en su pretensión de aprobar el plan urbanístico cuestionado por la Xunta, la concejal socialista Dolores Villarino protestó: "El PP está montando un circo que no beneficia a Vigo" y Pérez asintió. "Hay que perdonar al alcalde", terció Fraga, "se le ocurren cosas que tienen poco que ver con la realidad".
En 1995, Pérez logró mayoría absoluta. Pero empezó mal: presentó a bombo y platillo a unos inversores venezolanos que resultaron impostores. Desde entonces, su Gobierno caminó de tropiezo en tropiezo hasta que, en octubre de 1998, una encuesta de la dirección regional del PP concluyó que era "un lastre electoral". Cuiña había chocado varias veces con el alcalde y decidió prescindir de él. Pero no convenció a Horacio Gómez, presidente del Celta, y designó candidato a la alcaldía a Juan Corral. La dirección regional empezó a marcar distancias con Pérez. Cuiña, como consejero de Política Territorial, anuló su plan de urbanismo. Pérez no se arredró y trata de sacar adelante el proyecto con la amenaza del Gobierno gallego de ir a los tribunales. Pero Corral no mejoró las expectativas electorales y Cuiña volvió a la carga con Gómez, que finalmente ha aceptado ir de número dos en la lista del PP con la promesa, según La Voz de Galicia, de que la Xunta invierta 4.000 millones en remodelar el estadio del Celta.
