Aclamada en Rusia una ópera que retrata la crueldad de Iván el Terrible
La puesta en escena de la nueva ópera del compositor ruso Serguéi Slonimski, Visiones de Iván el Terrible, ya ha sido calificada por muchos especialistas como el evento musical ruso más importante de fin de siglo. Con Mstislav Rostropóvich como director musical y Robert Sturua como director de escena, esta obra da una nueva interpretación del papel desempeñado por el primer gran zar ruso.La ópera trata de la agonía de Iván el Terrible, el sangriento zar que fue ensalzado en la época soviética como el unificador de las tierras rusas y por haber expandido las fronteras del país. Pero en esta obra, a través de las visiones del monarca moribundo, se muestra a un tirano despiadado y cruel, que, en palabras de Robert Sturua, "desata una guerra infame contra su propio pueblo, sus nobles y sus familiares". "Él creó la tradición de arbitrariedad en su país e hizo posible la aparición del otro tirano, Stalin", dice el director de escena.
Las visiones de Iván el Terrible son sus crímenes y pecados, que vuelven a la mente torturada y enferma del tirano: el asesinato de su hijo en un arranque de cólera, la masacre de la población de Veliki Nóvgorod, el estrangulamiento del metropolitano de Moscú. Una de las escenas más polémicas es la del amor homosexual de Iván el Terrible con Fedka Basmánov. Más tarde, el zar ordenará a Fedka que mate a su padre y después asesinará a su efímero amante. Sturua opina que la aventura homosexual del zar se debe al deseo de experimentarlo todo: "El pecado no tiene límites, a diferencia del bien. Iván el Terrible pone a prueba, a través del mal, al medio que lo rodea".
La versión final de la ópera se debe en gran parte a Rostropóvich, autor de la idea de poner en escena la obra de Serguéi Slonimski (1932, San Petersburgo). El autor, entusiasmado, le advirtió de que había prometido al teatro de Samara que la obra se estrenaría allí. Rostropóvich estuvo inmediatamente de acuerdo: fue en esa ciudad a orillas del Volga donde dio su último concierto antes de verse obligado a abandonar la URSS, y fue desde allí donde escribió su famosa carta la Comité Central del PCUS en defensa del escritor disidente Alexandr Solzhenitsin. Fue también en Samara donde Rostropóvich, a quien el régimen comunista privó de la ciudadanía soviética, dio su primer concierto después de regresar a Rusia.
A instancias de Rostropóvich, Slonimski introdujo una serie de cambios en la partitura inicial: acortó ciertas partes, cambió el orden de la visiones del enfermo zar, agregó otras escenas. Rostropóvich fue también quien invitó a Sturua, director de escena de fama mundial, que hoy encabeza el teatro Shotá Rustaveli, de Tbilisi. Y Sturua invitó al escenógrafo Alexi-Mejishvili. Rostropóvich dedicó todo el mes de febrero a ensayar la ópera y tomó la batuta en las cinco primeras representaciones.
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