El primer trasplante realizado en Japón en 31 años rompe el precepto budista de preservar los cadáveres
El tabú que rodea a la muerte en Japón desde hace ocho siglos, promovido por la tradición budista de preservar intocados los cadáveres durante días, perdió el domingo una batalla histórica. Después de 31 años, y por segunda vez en toda la historia del país, un corazón vivo (de un donante con muerte cerebral) fue trasplantado con éxito, y el hecho, habitual en los países occidentales, ha sumido a Japón en la conmoción. Además del corazón, también fueron trasplantados los ríñones, las córneas y el higado.Cientos de periodistas inundaron el sábado, el domingo y ayere lubes los hospitales de Kochi, Osaka y Nagano, donde se realizaron la operaciones, en busca de las palabras de los protagonistas y del más mínimo detalle sobre el acontecimiento. Una cámara de televisión instalada en un helicóptero siguió en directo a la ambulancia que trasladó el corazón desde el aeropuerto de Osaka hasta el Hospital Universitario.
En octubre de 1997, se sancionó la ley que permite extraer órganos de donantes con muerte cerebral -pero cuyo corazón sigue latiendo-. Hasta entonces, los trasplantes eran ilegales, según la tradición budista (implantada en Japón durante el siglo XII) que asegura que los cuerpos sin vida deben mantenerse intactos durante días para que el alma viaje sin problemas a su nueva vida.
El único antecedente de este tipo de trasplantes data de 1968. Entonces, el cirujano que practicó la intervención fue acusado de homicidio por las familias del donante y del paciente, que rechazó el injerto y falleció. Los cargos no prosperaron, pero el caso influyó en el ánimo de los médicos, que hasta el domingo no se atrevió a hacer efectiva la ley.
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