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Miedo legal al "efecto 2000"

¿Cuánto puede llegar a pedir en Estados Unidos alguien que sufra un robo la noche del 31 de diciembre de 1999, si el efecto 2000 de los ordenadores provoca un corte en el servicio telefónico que le impida llamar a la policía? ¿Qué indemnización pedirá en Nueva York el que se quede atrapado un par de horas en los ascensores del World Trade Center por culpa de ese problema informático?Las empresas y los gobiernos (el federal y el de los estados) comparten un terror comprensible: el miedo a ser demandados por algo tan incontrolable e imprevisible como el efecto 2000. Las maniobras de presión que ejercen los lobbies en Washington han precipitado la presentación de un proyecto de ley que marcará un límite de indemnización en las demandas por ese asunto y evitará que los abogados se beneficien del efecto Guerra del Tabaco: la ley prohibirá a los letrados cobrar más de 1.000 dólares por hora de trabajo (150.000 pesetas) en este tipo de demandas. Es también el miedo el que ha puesto en marcha toda la maquinaria defensiva del gigante de las telecomunicaciones AT&T. Un usuario presentó una demanda porque considera injusto que en la factura de su teléfono móvil se redondeen al alza los minutos de conversación (si se conversa un minuto y un segundo, se cobran 2 minutos, como hacen la mayor parte de las empresas de telefonía móvil en todo el mundo). El Tribuna Supremo ha aceptado a trámite el caso y lo ha convertido en una demanda colectiva, es decir, la victoria del demandante beneficiaría a los millones de usuarios de teléfonos móviles AT&T. La compañía se expone a perder 530 millones de dólares anuales (80.000 millones de pesetas) en redondeos.

Y es el mismo miedo el que ha provocado que la mayoría de los productos que se venden en EEUU lleven incorporadas etiquetas en las que el fabricante se declara exento de responsabilidad por cualquier mal uso del producto. Tiene su explicación: una señora bañó a su gato y decidió secar al animal metiéndolo en el microondas, donde perdió de inmediato sus siete vidas. La señora demandó al fabricante porque "en ningún sitio ponía que el microondas no sirve para secar animales". Y ganó. Por eso una compañía que vende disfraces de Batman ha cosido una etiqueta en la capa en la que aclara: "Esta capa no sirve para volar".

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