Un césped inundado
El Athletic, feligrés del tradicionalismo, ha perdido una de sus estampitas. San Mamés ya no es lo que era. Salvo en el graderío, ha perdido aspecto, condiciones y pedigrí. Ahora es temible por las dificultades terrenales que provoca y no por el factor inducido de la afición. Hoy es un campo infame. Tanto, que incluso el mayor grado de adversidad parece mejorar su depauperado aspecto.El aluvión de agua que ahoga Bilbao este mes ha terminado por mejorar sus condiciones. Según la empresa responsable de la replantación, hasta la primavera resulta inútil cualquier cuidado. Nada se sabe sobre la enfermedad que afecta a este campo: sólo que no tiene remedio. A cambio, nada se sabe tampoco de su sucesor.
El Athletic emprendió una cruzada para el nuevo estadio, que dormita de momento en el baúl de los recuerdos.
Arrate no quiere precipitarse en una decisión que reclama el apoyo de las instituciones públicas. El asunto no está abandonado, pero San mamés está perdido. La Catedral está inundada.
Mientras tanto, el público la tomó con Valery Karpin, un futbolista que mantiene malas relaciones con el Athletic desde que llegó a la Real Sociedad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.