Partidas múltiples
Todas las fichas están sobre las mesas. Los jugadores no se conocen tan íntimamente como en campeonatos anteriores. En particular, el alemán que dirige las reuniones es nuevo en estas lides. Pero, tras la presentación de la última y táctica propuesta alemana y la escenificación del cónclave de ministros de ayer y hoy en Luxemburgo, algo debería pasar el próximo viernes en Bonn en el Consejo Europeo informal para intentar despejar un posible acuerdo en Berlín en marzo sobre la llamada Agenda 2000, cuyo eje es el marco general de las finanzas de la UE para los años 2000 a 2006. España se juega mucho, pero ésta es una partida múltiple que no acaba ahí. España tiene la vista puesta en lo inmediato, pero algunos de los jugadores, más que pretender ganar para el 2000 (o, mejor dicho, no perder demasiado, pues todos van a perder algo), piensan también en la competición siguiente, la del 2006. Quieren llegar a esa otra cita en posición de ventaja para negociar el reparto del coste de lo que entonces ya tendrá más visos de realidad: la ampliación al Este.El acuerdo posible, en marzo mejor que en junio, tendrá que incidir sobre los gastos comunitarios: una política agrícola común más barata para la UE; una reforma de los fondos estructurales que permita concentrar sus acciones y desviar una parte hacia una nueva partida que alimente programas para los länder del este alemán; el mantenimiento -condicionado a alcanzar ciertos niveles de desarrollo, pero que en realidad significa por última vez- que exige España del Fondo de Cohesión (si bien la política agrícola y los otros fondos suponen ingresos mucho más cuantiosos). Y también sobre los ingresos que nutren las arcas comunitarias: menos peso al consumo de cada país (a través de la base imponible del IVA) y más al económico (según el producto nacional bruto de cada uno). Alemania pagaría así algo menos (y lo que parece pretender, salvo que la derrota en Hesse haya escocido mucho al Gobierno rojiverde, es asegurarse que no pagará más con la ampliación).
La situación está más madura técnica que políticamente. Junto a las resistencias españolas, dos escollos principales para el acuerdo son que Francia acepte un recorte agrícola y que el Reino Unido acceda a una reducción sustancial en su cheque, la compensación que recibe Londres anualmente y que consiguió, sin fecha de caducidad, Margaret Thatcher en Fontainebleau en 1984, ante el hecho de que la política agrícola no estaba pensada para una más eficiente agricultura británica y otros problemas de ajuste. Pero la situación ha cambiado, y si el acuerdo se orienta en el sentido indicado, el sistema del cheque habrá perdido su justificación. Blair tiene la ocasión de dar prueba del nuevo europeísmo británico. Pero de momento se reserva. Teme una reacción adversa de su electorado, justo cuando tiene que convencerle de entrar en el euro, y quiere también guardarse esta carta para el 2006. Por el contrario, su generalización a otros países consagraría un principio del justo retorno que minaría toda idea de comunidad en Europa.
Para España, este año, la gran negociación comunitaria no acaba en esta partida, en la que no cuenta con muchos aliados. Hay mucho más en juego, pero sería conveniente separarlo de la cuestión financiera. Para empezar, existe la posibilidad de situar a un español, Javier Solana, al frente de una Comisión Europea que, además, se vuelve más presidencialista con el Tratado de Amsterdam. Otros españoles aspiran a puestos de relieve, ya sea para ponerle un nombre y una cara a la política exterior y de seguridad común (Carlos Westendorp) o para el Banco Europeo de Inversiones. Todo esto cuando la presencia española en la UE puede reducirse si no renueva cargo Moratinos como representante en Oriente Próximo o con el fin del mandato de Gil Robles como presidente del Parlamento Europeo. Finalmente está la manera en que se enfoque, en junio en Colonia o en diciembre en Helsinki, el debate sobre la reforma de las instituciones comunitarias, crucial para los intereses españoles. Un año, pues, de grandes oportunidades; también de grandes riesgos.
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