Facilidad de conexión
El grupo Garbage, el más representativo sonido pop del momento presente, hizo una impresionante actuación en la capital de España, dejando patente su facilidad para conectar con el caliente y superagradecido público español. Naturalmente, la figura de la traviesa Shirley Manson acaparó constantemente la atención del respetable, que celebró con rugidos cada una de sus evoluciones por el escenario y llegó al delirio cuando aquélla se alzó la camiseta dejando durante un instante su pecho al fresco relente de la noche. Garbage es una trituradora perfecta, capaz de emparejar las más modernas tecnologías aplicadas al pop con la actitud salvaje y desgarrada del punk. Cierto es que su directo les hace evidenciar más blandura de la que cabría esperarse -es pop al fin y al cabo-, pero algunos de sus temas tienen gran poder de convicción, aparte de que consiguen que el espectador abandone el recinto tarareando al menos dos estribillos: los de los temas Queer y When I grow up. Esto es la madre del cordero hoy en día. El sonido de la banda fue en todo momento ejemplar -se notaba que había dinero en el montaje, ya que nada ha sonado así de bien en la misma sala desde que ésta se decidió a hacer conciertos. No en vano el batería e impulsor de Garbage, Butch Vig, es un investigador que dotó a bandas como Nirvana o Smashing Pumpkies de unos característicos modos de sonar que han pasado a la historia.
Garbage
Shirley Manson (voz), Butch Vig (batería), Daniel Schulman (bajo) y Steve Marker y Duke Erikkson (guitarras y teclados). Sala La Riviera. 3.200 pts. Madrid, jueves 11 de febrero.
El público, que pobló hasta el último confín del local, disfrutó de modo sobresaliente, bailando y gritando el nombre de la cantante, que daba muestras de feliz sorpresa por el feliz recibimiento. No sería de extrañar que Garbage vuelva pronto a tocar a España. Aquí se les quiere.
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