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MEMORIA URBANA DE UNA GUERRA

Gibraltar Español, en Almería [HH] Al "generalísimo", con amor marbellí [HH] El SAS, en José Antonio [HH] Una barriada al completo [HH] El corneta y el hecho glorioso

La calle General Moscardó, creada a partir de los 40, ha perdurado milagrosamente en una ciudad que borró todas las nominaciones profranquistas. Junto al recuerdo del promotor de la sublevación de Toledo en julio del 36, permanecen otros residuos de la filosofía del Movimiento, como son las actuales Gibraltar Español y Soldado Español, anexa al cuartel de la Guardia Civil. Sólo las casas sindicales de las 500 viviendas o del barrio del Quemadero conservan en sus fachadas el yugo y las flechas. El corneta Soto, el primer soldado adscrito al bando nacional, que murió en Cádiz el 18 de julio de 1936, designa a una de las calles más transitadas, al servir de acceso al casco histórico. Para honrar al corneta borraron el nombre de Antonio Alcalá Galiano, un gaditano liberal que participó en la sublevación de Las Cabezas de San Juan contra el absolutismo, que identificaba la calle desde 1885. El antiguo Callejón del Susto (oficialmente calle de Las Ánimas), a propuesta del concejal Manuel Samalés, atiende hoy por Brunete, una de las más duras batallas en la que vencieron las tropas nacionales en su acceso a Madrid. "Un hecho glorioso que ha de pasar a la posteridad", reza en las actas municipales. En el extrarradio de Cádiz también sobrevive la calle Héroes de Baleares, que alude al único buque importante de las tropas nacionales que fue bombardeado, incendiado y hundido durante la contienda civil. La vía, de reciente creación, recibió este nombre originalmente y aún lo mantiene. En breve podrían aumentar las referencias si se materializa el cambio de la calle Parlamento por el de Ruiz de Alda, uno de los fundadores de Falange Española, como pretende el gobierno municipal del PP. Un busto del dictador Francisco Franco, olvidado en los almacenes municipales después de que la primera corporación democrática lo retirara, se exhibe actualmente en la planta baja del Ayuntamiento, gracias al alcalde Jesús Gil. "No soy ni de una cosa ni de otra, pero considero que si el pueblo de Finlandia hizo un regalo al pueblo de Marbella y ese regalo es nada más y nada menos que una valiosa obra donde se reproduce el busto del anterior jefe del Estado, no es para que esté llena de polvo y telarañas, perdida en un almacén". Gil también bautizó un polideportivo municipal y una plazoleta con próceres franquistas. En Olías, un barrio de las afueras de Málaga, perviven una calle del Generalísimo y otra de Queipo de Llano. Y en Mármoles, a pocos minutos del centro, siguen vías bautizadas en honor del General Mola y del General Sanjurjo. Hay también una calle Sargento García Noblejas, un falangista que llegó a ser jerarca del Movimiento en los años 40. El cambio de los nombres ha sido irregular. Tras las primeras elecciones locales, en 1979, se hizo un primer barrido de emergencia para sustituir los más "escandalosos", según el edil de IU Juan Gavilán. Lo mismo sucedió en Fuengirola, Benalmádena o Torremolinos. Otros lo hicieron más tarde, como Torrox y Periana. En muchos pueblos del interior todavía perviven bastantes referencias. En Comares, el consultorio del SAS se ubica en la calle José Antonio y el Ayuntamiento en la Plaza del Generalísimo, aunque cuando se llama y se les pregunta por la dirección, dicen escuetamente: "Plaza, 1". Y en Cómpeta sobreviven la calle José Antonio y la plaza del Generalísimo. Algunas puntos de Huelva han resistido a la transición democrática como verdaderos vestigios del pasado, pese al acuerdo plenario de 1981, que contemplaba su cambio inmediato. Es el caso de las Avenidas de Portugal, Alemania e Italia, ejes vertebrales de Huelva, bautizadas en honor a sus pasadas dictaduras.

Franco vive... en el callejero

Lo más llamativo es la supervivencia de una barriada completa, creada en los 40, dedicada a José Antonio. En su callejero se multiplican los nombres de falangistas que murieron en la guerra civil: Fernando Castillo, García Ramos, Jaime Benyto, Montiel Pichardo y González Mora. Más de tres lustros de gobierno comunista en Córdoba han dejado limpio el callejero de restos franquistas. El único monumento sospechoso es una columna con un águila, en pleno centro de la ciudad (confluencia de Avenida del Gran Capitán con Ronda de los Tejares), con la inscripción de glorieta de artilleros. Año 1936. A ciencia cierta nadie sabe su origen real, pese al grabado.La avenida de la Victoria, que podría despistar, está dedicada a un antiguo convento. Los amigos del militar Weglison consideraron que su nombramiento como gobernador en Barcelona bastaba para bautizar a una céntrica calle de Jaén, donde ejerció seis meses como gobernador en la posguerra. La calle Correa Weglison se zampó a la antigua calle del Rastro, donde Cervantes pernoctó una noche. Otro gobernador franquista y todopoderoso señor, Felipe Arche, designa ahora al antiguo parque de La Salobreja, escenario de la movida. La División Azul o el 18 de julio perviven aún en el callejero.Un monumento en memoria de José Antonio Primo de Rivera, que representa unas manos abiertas sobre un plinto de piedra, es el último vestigio del franquismo que ha pervivido en Granada. Colocado junto al palacio de Bibautaubín, ha sobrevivido gracias a que su aspecto exterior no induce a pensar en el fundador de Falange y puede pasar por una reflexión libre de un escultor sobre el dolor o el placer. En Sevilla proliferan los casos, pero hay un paseo indicado para los nostálgicos de la División Azul. Arranca de la glorieta de los Marineros Voluntarios, hasta 1968 nominada de las Delicias, cruza el puente del Generalísimo sobre el río Guadalquivir y desemboca nuevamente sobre otra glorieta, en honor del Alférez Provisional, rotulada en la década de los 60 con el nombre de una graduación creada durante la guerra civil. El paseo prosigue por la avenida Presidente Carrero Blanco, bautizada después de su asesinato en 1973.

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