Ni Allen ni Yi
DE PASADASólo Antoñita Colomé, inigualable y pizpireta, compensó la ausencia de Allen y Yi. El clarinetista que mejor ha rentabilizado su esquizofrenia no acudió a recoger el premio a la mejor película extranjera (Desmontando a Harry), fiel a su desdén por los galardones. Tampoco le tientan los Oscar, por tanto los responsables de la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía (Asecan) no debieron sentirse desmerecidos. Un chasco hubiera sido que, al abrir la papeleta, Woody Allen hubiera recorrido el pasillo central del teatro Lope de Vega. Menudo desparrame, oye, a ver qué hace uno con un tío así de raro si aparece de buenas a primeras. Es que no sabes dónde meterlo. ¿En los camerinos? ¿En un sitio de honor entre Alejandro Rojas Marcos y Alfredo Sánchez Monteseirín? ¿De figurante con los actores de Digo Digo Teatro que ofrecieron lo mejor de la noche? Lo dicho: aparecen Woody Allen y Soon Yi y se crea un lío protocolario. Así que ocurrió lo mejor. Un señor de la distribuidora recogió el premio que le entregó Emilio Gavira, uno de los marcianos de El milagro de P. Tinto, que sufrió lo peor de (la organización) la noche, obligado a vocear varios palmos por debajo del micrófono. Pero estaba Antoñita, espontánea como pocas para presumir de dioptrías y llamar a Ki-ti-Ki-ti-Ki-ti (Manver), premio a la mejor actriz andaluza. En la colonización de las galas cinematográficas se incluyen las dedicatorias de los premiados. Nadie rozó la ridícula egolatría de James Cameron ("Yo soy el rey del mundo") en la entrega de los Oscar del año pasado, pero los discursos son clónicos. Algunos se lo dedicaron a mamá y otros como Antonio Banderas la enviaron a recoger el premio. La escritora Elvira Lindo agradeció su distinción por el guión de La primera noche de mi vida por el impulso que supone para los primerizos. El montador de Los amantes del Círculo Polar recogió el premio con aire gélido y Kiti Manver se lo dedicó a Antequera. A Fernando Méndez-Leite le llamaron por su currículo "hombre orquesta" y Miguel Olid, director de Asecan, tenía el discurso rayado en la palabra "gracias". Emma Penella dio dos premios (¿fallaría alguien?) y Jesús Vigorra dijo que "si después de un año buscando a Lorca lo hubiéramos encontrado, el premio nos lo habría entregado Lobatón". Carlos Saura, el gran homenajeado, advirtió que después de dirigir 30 películas "suelo olvidarlas un poco". TEREIXA CONSTENLA
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